- Más de la mitad de los trabajadores en el país sigue sin derechos ni seguridad social. El INEGI confirma que la informalidad avanza, la participación laboral se estanca y las brechas de género persisten, mientras la productividad nacional paga los platos rotos en un sistema que parece diseñado para desalentar la formalidad y normalizar la precariedad.
En México, hablar de informalidad suele evocar la escena folclórica del ambulante esquivando a los inspectores municipales con la gracia de un atleta olímpico. Pero esa es apenas la caricatura. La informalidad es mucho más amplia y bastante menos pintoresca.
Ernesto Madrid
Es el microempresario que no logra enfrentar la burocracia; la trabajadora del hogar que opera sin derechos; el jornalero que produce lo justo para sobrevivir; y el empleado dentro de una empresa formal que, aun con todo y gafete corporativo, trabaja sin contrato y sin prestaciones. Un mosaico tan diverso como precario, unido por un principio simple: la vulnerabilidad es el punto en común.
Y ahí están los datos que matan cualquier intento de optimismo excesivo. Según el INEGI, 55.4% de la población ocupada trabaja en la informalidad, lo que representa 33 millones de personas sin seguridad social, sin protección laboral y sin estabilidad. La informalidad no es la periferia: es el centro exacto del mercado laboral mexicano.
Mientras tanto, la tasa de participación laboral cayó a 59.5%, un nivel menor al del año pasado y estancado frente al trimestre anterior. El Semáforo Económico decidió pintar la cifra de rojo, quizás como advertencia o como simple acto reflejo.
La brecha de género sigue siendo la misma fotografía incómoda: 75.1% de participación entre hombres frente a 45.7% entre mujeres, una diferencia de 29.3 puntos porcentuales, casi idéntica a la del año previo. Otra muestra de que la igualdad avanza, pero a regañadientes.
Querer trabajar no significa poder hacerlo
Un dato que merece foco: 2.38 millones de personas no están disponibles para trabajar, pero sí desean hacerlo. De ellas, casi dos millones son mujeres, cuatro veces más que los hombres. No es falta de disposición, sino de condiciones.
En el trimestre, la PEA bajó ligeramente a 61.3 millones de personas, mientras el empleo creció apenas en 5,200. La desocupación cayó en 72,279, pero no porque el mercado laboral esté brillando, sino porque muchos migran a la informalidad cuando no encuentran alternativas.
Ingresos: la mitad del país gana poco y la otra mitad… también
El ingreso laboral promedio llegó a $10,547 pesos, con un crecimiento nominal de 0.9%. Los trabajadores formales ganan casi el doble que los informales, lo que explica por qué la pobreza laboral, aunque en descenso, sigue siendo abrumadora.
En el 3T2025, la pobreza laboral fue de 34.3%, lo que significa que 44.9 millones de mexicanos no pueden adquirir una canasta básica con el ingreso de su trabajo. Chiapas, Oaxaca y Guerrero continúan encabezando la lista de las entidades donde el salario simplemente no alcanza.
Productividad nacional: la víctima silenciosa
Cuando la mitad de la fuerza laboral opera sin capacitación, sin seguridad y sin estabilidad, la productividad del país se desploma. No es que México carezca de talento; es que lo distribuye en actividades de bajísimo rendimiento.
El golpe fiscal completa el cuadro: con tan pocos trabajadores formales, la recaudación apenas llega a 17.7% del PIB, la cifra más baja de la OCDE. Es difícil financiar salud, educación e infraestructura cuando la mitad de la economía opera “por fuera”.
Un rezago que nadie ha logrado corregir
México no es una anomalía —América Latina ronda el 50% de informalidad—, pero sí es un rezagado crónico. A pesar de programas de incorporación fiscal, aumentos al salario mínimo y apoyos sociales, la tasa lleva años estacionada en el mismo 55%.
Para mover la aguja, habría que hacer tres cosas que todos conocen, pero que ningún gobierno logra ejecutar del todo:
- Simplificar la formalidad: menos trámites, menos cuotas, menos laberintos.
- Crear una protección social universal: que no cargue la formalidad sobre cuotas imposibles.
- Invertir en productividad real: educación, capacitación y financiamiento accesible.
Hasta que eso no ocurra, la informalidad seguirá siendo el vicio laboral que México intenta combatir solo con discursos. Mientras tanto, el país trabaja… pero trabaja a medias.
@JErnestoMadrid
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