- López Obrador reaparece para “no ser sombra”, pero con un discurso que evidencia que sigue presente, atento y dispuesto a intervenir. Su silencio, lejos de ser retiro, es estrategia.
La reaparición digital de Andrés Manuel López Obrador, tras más de un año de ausencia, fue presentada como la simple promoción de su libro Grandeza. Pero el mensaje fue cualquier cosa menos literaria.
En un video cuidadosamente producido, el expresidente se encargó de reiterar que no es “cacique”, ni “poder detrás del trono”, y que no pretende opacar a la presidenta Claudia Sheinbaum. Sin embargo, dedicó varios minutos a recordar que sólo saldrá de su retiro por tres razones: defender la democracia, impedir un golpe de Estado y proteger la soberanía nacional. Un aviso, más que una aclaración.
Ernesto Madrid
Como en sus mañaneras, repitió las consignas de siempre: sus adversarios siguen siendo “zopilotes, buitres y halcones”, y la presidenta, a la que calificó como “la mejor del mundo”, es fiel al pueblo y a los principios de la transformación. Lo que no mencionó fueron las herencias que dejó su sexenio: violencia desbordada, deudas históricas, obras faraónicas subsidiadas y un país bajo la creciente influencia del crimen organizado.
Aunque insiste en que está “jubilado”, el tono seguro y paternalista dejó claro que mantiene el control moral del movimiento. Y el silencio sobre sus viajes sigilosos a la Ciudad de México —cinco, según dijo— sugiere que su papel de “vigilante” tras bambalinas sigue más vivo que nunca.
Consultada sobre su mensaje, la presidenta Sheinbaum intentó cerrar especulaciones con un breve “lo quiero mucho”, afirmando que no lo ha visto pero sí ha mantenido comunicación con él. Una respuesta diplomática que no termina de despejar la percepción de dependencia política que persiste entre la militancia.
Y hablando de militancia: bastó que López Obrador subiera su video para que diputados, senadores y operadores de Morena inundaran las redes con mensajes de júbilo, como si su reaparición fuera una confirmación divina. Algunos incluso especulan con que podría ser la “sorpresa” del evento del 6 de diciembre en el Zócalo, donde se celebrarán los siete años de la llamada transformación.
Mientras tanto, en Michoacán, el ala del movimiento conocida como “el sombrero” libra un pleito interno que raya en la guerra sucia. La víctima más reciente es Grecia Quiroz, viuda del activista Carlos Manzo, objeto de ataques misóginos, videos manipulados y rumores de romances inventados para desacreditarla. Todo ello, presuntamente impulsado, de acuerdo con El Universal, por Leonel Godoy, Raúl Morón y, como refuerzo, Gerardo Fernández Noroña, luego de que encuestas internas revelaran que Morena perdería la elección de 2027 por seis puntos si Quiroz compite como independiente.
Ella respondió sin titubear: “Si los perros ladran, es señal de que vamos muy bien”. Pero las cifras nacionales muestran un desgaste más amplio. Aunque la presidenta presume una aprobación del 70%, los datos duros contradicen la narrativa triunfalista, de acuerdo con la encuesta de El Financiero de este lunes, el 71% considera mala la seguridad en Michoacán, el 80% desaprueba el manejo de la corrupción y el 82% califica negativamente el combate al crimen organizado. Incluso los programas sociales, emblema del lopezobradorismo, cayeron de 81% a 69% en aprobación, registrando su mayor nivel de rechazo.
La presentación de Grandeza terminó siendo la confirmación pública de una realidad evidente: López Obrador no se ha ido. Prefiere operar desde la sombra, intervenir cuando le conviene y recordarles a todos —aliados, adversarios y ciudadanía— que, aunque ya no despacha desde Palacio, sigue marcando el ritmo político del país.
@JErnestoMadrid
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