• Banner Luz De Tierra Esfera
  • Banners NATGEO ALAMOS 720X90

El mito de un peso fuerte: la narrativa oficial frente a los datos

  • La estabilidad del tipo de cambio que presume el gobierno no es resultado de una economía robusta, sino de factores externos y decisiones monetarias ajenas a México. Insistir en lo contrario es una construcción política que no resiste el contraste con la realidad.

La afirmación de la presidenta Claudia Sheinbaum de que el peso mexicano se mantiene fuerte gracias a la solidez de la economía nacional no se sostiene cuando se analiza con rigor. Más que una descripción objetiva del entorno macroeconómico se trata de una narrativa política diseñada para proyectar certidumbre, control y resultados en un contexto internacional crecientemente adverso.

Ernesto Madrid

El desempeño reciente del peso está estrechamente vinculado a la debilidad del dólar estadounidense, provocada por los recortes a la tasa de interés de la Reserva Federal (Fed). La apreciación de la moneda mexicana coincide con este fenómeno global y no con una mejora estructural de los fundamentales económicos del país. De hecho, las previsiones de la propia Fed anticipan nuevas reducciones hacia 2026, lo que podría prolongar la presión a la baja sobre el dólar y, de manera indirecta, sostener al peso sin que ello refleje mayor fortaleza interna.

A este escenario se suma el papel central del Banco de México. Con una tasa de referencia aún elevada, cercana al 7 por ciento, México mantiene un diferencial atractivo frente a Estados Unidos, lo que incentiva la entrada de capitales de corto plazo en busca de mayores rendimientos. Este flujo ha sido clave para la estabilidad cambiaria, pero también es volátil. El mercado ya descuenta nuevos recortes y observa con atención el mensaje del banco central. Si Banxico comienza a relajar su política monetaria con mayor rapidez que la Fed, el soporte actual del peso podría debilitarse de forma significativa.

En paralelo, el gobierno federal ha defendido la imposición de aranceles a productos asiáticos bajo el argumento de proteger alrededor de 350 mil empleos y generar un impacto inflacionario marginal de alrededor del 8 por ciento. No obstante, estas medidas parecen responder más a un cálculo político que a una estrategia industrial integral. En el contexto de la próxima revisión del T-MEC, los aranceles funcionan como un mensaje dirigido a Estados Unidos, reforzando la narrativa de cooperación y alineamiento estratégico más que una transformación profunda del modelo productivo.

El caso de China ayuda a dimensionar esta estrategia. México importa más de 130 mil millones de dólares anuales en productos chinos y exporta apenas una fracción de esa cifra. Para Pekín, México representa un mercado marginal, mientras enfrenta una desaceleración estructural marcada por un consumo débil, caída de la inversión y un sector inmobiliario en crisis. La inconformidad china frente a los aranceles mexicanos debe leerse en ese contexto y no como una amenaza real para la economía nacional.

El riesgo de fondo es convertir variables económicas en símbolos políticos. América Latina ha demostrado que los péndulos ideológicos erosionan la continuidad de las políticas públicas y debilitan la confianza. Países como Chile lograron preservar consensos macroeconómicos más allá de los cambios de gobierno. México, en contraste, mantiene esos equilibrios con mayor fragilidad y con un discurso político que sigue viendo la apertura comercial como una concesión incómoda, aun cuando depende de ella.

La estabilidad del peso, por tanto, no es una prueba de éxito económico, sino un equilibrio delicado sostenido por factores externos, decisiones monetarias restrictivas y expectativas financieras de corto plazo. Celebrarla sin matices es confundir análisis con propaganda.

La presidenta tiene razón en una cosa: el peso no se ha desplomado. Pero atribuir esa estabilidad a la fortaleza económica del país es, en el mejor de los casos, una simplificación; en el peor, una falacia diseñada para sostener una narrativa de resultados.

México no necesita discursos triunfalistas, sino diagnósticos honestos. Menos política sexenal y más acuerdos de largo plazo. Menos símbolos ideológicos y más políticas públicas que sobrevivan al péndulo político. Porque cuando la narrativa se impone a la realidad, la factura suele llegar tarde o temprano. Y casi siempre, en dólares.

@JErnestoMadrid

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

  • Banner Luz De Tierra Esfera
  • Banners NATGEO ALAMOS 720X90