Terminó no solamente el último sexenio del PRI sino también toda una época que se inició hace poco más de un siglo con la promulgación de la actual constitución política al calor del conflicto armado iniciado en 1910, también en un entorno internacional de grandes cambios.
Por segundo año consecutivo el país enfrentó la antipatía, amenazas y presiones políticas y económicas del presidente 45, especialmente el subproducto de su firme creencia en el proteccionismo y aislacionismo que se entreteje con el creciente peso de China como la segunda y en algunos capítulos definitivamente primera potencia mundial. ¿Volveremos al bipolarismo?
En medio de esa vorágine global y regional, en 2018 se reavivaron las conversaciones trilaterales con Canadá y EUA iniciadas el verano de 2017 para renovar el TLCAN de 1994, que se fueron complicando mes a mes en un entorno pesimista y con presiones reales que se expresaron en aumentos arancelarios a algunas exportaciones mexicanas y canadienses así como otras amenazas a la inversión de EUA en México y en el mundo. Todo ello generó durante meses, nerviosismo en los sectores económicos y volatilidad cambiaria.
En ese inestable entorno económico, se aceleraron igualmente las campañas políticas con miras a las elecciones del 1 de julio. Con los cinco candidatos iniciales, se llevó a cabo el primer debate (abril 2) entre tres candidatos de partido que se agruparon en coaliciones y dos independientes. No hubo claros vencedores, aunque cada uno se adjudicara el triunfo. Las encuestas, sin embargo confirmaban con el paso de las semanas la inclinación de los mexicanos entrevistados, por el candidato de Juntos haremos historia López Obrador líder no de un partido sino de un movimiento llamado MORENA: Los dos partidos tradicionales no lograron de manera efectiva mover las preferencias en las encuestas y sólo acumulaban juicios negativos que sobre el pasado distante y reciente acumularon PAN, PRI y PRD.
En ese entorno, el primer domingo de julio de 2018 con 30 millones de votos (53%) de los votos emitidos, ganó las elecciones presidenciales Andres Manuel López Obrador, con una cómoda representación en las cámaras de diputados y senadores, triunfo en 17 estados del país y en numerosas legislaturas locales. Los otros partidos mayores, PRI, PAN y PRD recibieron el mayor rechazo histórico en unas elecciones nacionales y constituyen ahora una especie en peligro de extinción.
La retórica de opuestos derivó en una polarización prácticamente de buenos (MORENA) contra malos (PRI y PAN), que el país está en «quiebra económica» y sobre todo moral y que no se podría salvar nada. Se intuía y en sectores importantes de población se deseaba deshacerse de los partidos tradicionales y de los muchos males que se ofreció erradicar en las promesas de campaña.
Fuimos y seguimos siendo una sociedad en vilo y dividida en todos los niveles incluido el familiar, con incertidumbres internas y externas y esperanzas que vale la pena recordar que siempre habían sido renovadas cada sexenio: “ahora sí”.
Decíamos hace unos meses en este blog, que “La situación cambiaria en México refleja la sensibilidad de muchos actores económicos, incluyendo los especuladores. Las variaciones pueden ser aparatosas en el corto plazo y provocan y amplifican a veces la incertidumbre” (13 octubre 2017)1.
En los meses subsecuentes y hasta ahora, se sigue comprobando la vulnerabilidad de la moneda mexicana frente a los embates externos, a los que se sumó el ambiente político derivado de las campañas, las elecciones, la larga transición entre una administración y otra y el papel del presidente electo que entró prácticamente en funciones desde el 2 de julio, con el agravante del vacío de poder de la administración saliente que para todo efecto práctico dejo de gobernar.
La gráfica que acompaña estas notas es el reflejo de esos meses de inquietud.
Es decir la moneda mexicana transitó por una etapa de alta volatilidad y fuertes altibajos entre la elección del 1 de julio y la última ronda de negociación de; nuevo acuerdo comercial trilateral que se extendió hasta el 30 de septiembre, a lo cual se agregó la decisión del presidente electo de cancelar el NAIM que cobró carta de “legitimidad” con la consulta ciudadana ampliamente criticada. Con esa doble pinza, el peso mexicano se depreció de $19.20 a 20.30 entre fines de marzo y mediados de junio. Con el fin de las presiones durante la negociación del nuevo tratado trilateral, se entró de lleno a una zona de turbulencia política sobre el tipo de cambio, derivada de la campaña política que agregaron volatilidad e incertidumbre. En cadena, surgió el tema de la legislación sobre las comisiones bancarias, por una parte, y por otra, la toma de posesión del ya presidente López Obrador, rodeada de las reales presiones financieras de los tenedores de bonos emitidos para financiar el aeropuerto cancelado, el mismo día de la protesta en la Cámara de Diputados. El volumen de 6 mil millones de dólares se viene negociando mediante la adquisición por el gobierno de México de hasta ahora 1,800 millones de dólares, pero ello impone otras incertidumbres según las noticias internacionales sobre la desconfianza en el país como destino de inversiones. Ya se ha anunciado la aceptación de una parte de los tenedores de esos bonos de la propuesta mexicana. Si con ello se reduce esa presión, de todas formas queda en el aire la pregunta ¿Qué haremos con esos bonos que vamos a redimir con la tasa del aeropuerto Benito Juárez y cómo se negociarán los 4,200 millones restantes?
Desde hace días se especulaba que la Reserva Federal de los Estados Unidos elevaría la tasa de interés, lo cual sucedió finalmente a pesar de la oposición del presidente 45. México como se esperaba, también elevó la tasa de interés en consonancia con esa medida. Y se estima que todavía podría experimentar un alza en un futuro cercano, en especial luego de la caída en la bolsa de valores, que aunque se recuperó, no dejó de inquietar a los banqueros.
Adicionalmente, con la presentación del proyecto de presupuesto, se abrió otra presión financiera con la confirmación de los grandes proyectos de infraestructura de transporte ferroviario y las refinerías, además de los miles de millones de subsidios que se requerirán para los objetivos sociales en favor de los jóvenes, los adultos mayores y las personas con discapacidades, entre otros. Los efectos finales de esta iniciativa se tendrán que ir analizando en los meses por venir.
Otra incertidumbre proviene de las decisiones de cancelar las dos reformas estrellas de la administración anterior: la educativa y la energética y el conflicto no resuelto de la rebeldía de varios gobernadores de los estados que no comparten la decisión presidencial de nombrar coordinadores estatales llamados super delegados que pueden entrar en conflicto con temas sensibles de las soberanías estatales. En este mismo nivel político, la fragmentada oposición que perdió las elecciones en julio pasado, ha encontrado tal vez una ventana de acción como minoría unificada que de continuar en esa misma línea, puede ser un contrapeso en estos tiempos de centralización del poder y mayoría en el legislativo en manos de MORENA. Ello tal vea podría limitar la continuada acción del gobierno actual de hacer modificaciones constitucionales si ellas representan algún obstáculo para sus políticas, sean de alta importancia o menores inclusive.
Al cierre de diciembre de 2018 el dólar de EUA se ubicó en prácticamente $ 21.00 que será el punto de partida de la presente administración. Sólo como referencia si se mide la depreciación de la monea mexicana durante el sexenio 2012-2018, la pérdida asciende en números redondos a 58%. Sólo entre julio y diciembre de 2018 la pérdida fue del 8%. El primero de diciembre de 2012 el tipo de cambio se ubicaba en 13.00 y al cierre del 30 de noviembre de $20.45.
Algunas de las cuestiones que pondrán a prueba a la nueva administración durante 2019 provendrán por una parte del entorno externo, pues la economía mundial, parece ser menos dinámica que en los pasados uno o dos años, los mercados financieros ya han dado muestras tempranas de debilidad y fragilidad que se podrían profundizar en los meses subsecuentes, a pesar de los buenos resultados con la tasa de desocupación de alrededor del 3%. La guerra comercial en curso entre China y EUA no se ha resuelto y parece claro que no se detendrá, pero ciertamente traerá consigo afectaciones en materia de comercio e inverrsiones.
Otro factor con altas probabilidades de generar volatilidad e incertidumbre cambiaria, se ubica en la ratificación del nuevo acuerdo trilateral cuyos textos se enviaron a los legislativos en Canadá, Estados Unidos y México (TMEC) para el cual se anticipa una batalla política entre el presidente 45 y el partido demócrata, todo lo cual pondrá a prueba no sólo la parte comercial entre México y EUA, sino la parte política, como se visualiza ya con el cierre temporal del gobierno de EUA por los fondos que el ejecutivo pide para la construcción del muro, tema que previsiblemente se entretejerá con el de la migración de centroamericanos como temas para la segunda parte del administración estadounidense y tal vez para la precampaña por lograr un segundo período presidencial.
Gráfica 1
1. Cómo evoluciona el tipo de cambio.