Los países deudores, comenzaron a tomar las amargas medicinas de esa época. A continuación detallo brevemente la adopción en México de esas políticas que se reconocen como neoliberales:
- México y otros países, tomaron las medidas encaminadas a reducir el endeudamiento público y evitar el aumento en el déficit fiscal como proporción del PIB, es decir se buscaba la estabilidad macroeconómica del país para reducir los riesgos de las repetidas devaluaciones que generaron reducciones en el bienestar y mayor concentración de la riqueza. Recordemos las crisis de 1982 y de 1994. México eliminó muchos subsidios a la producción y el consumo que acababan desviándose o iban a fondo perdido. Pero lo más importante, canalizó más recursos hacia educación, salud e infraestructura, aunque no fueron suficientes ni eficaces. Recordemos el presupuesto para CEIMSA y Liconsa para subsidiar alimentos y los precios de garantía al maíz, por ejemplo, y la creación del primer programa social Progresa.
- Desde esos mismos años, se promovió aunque no con mucho éxito una política fiscal orientada a ampliar la base de contribuyentes y la recaudación, de tal forma que las variaciones de impuestos fuesen moderadas o muy bajas. La pasada administración 2012-2018 tuvo los mayores logros, por cierto.
- A la banca central se le dotó de autonomía del gobierno. A partir de ahí, el Banco de México adoptó una clara política en materia de tasas de interés que se vienen alineaban con las condiciones del mercado nacional e internacional. Uno de los objetivos que se persigue es estabilizar las corrientes de inversión extranjera que se trata de atraer para reforzar o reemplazar al capital nacional. Durante 2018 se produjeron un par de veces la elevación en la tasa de interés en consonancia con las alzas en los Estados Unidos.
- Las autoridades monetarias y hacendarias se movieron hacia políticas dirigidas a apoyar la competitividad del tipo de cambio, en congruencia con la interdependencia existente con los mercados con lo que el país tiene su mayor intercambio de bienes y servicios, es decir la zona dólar, por obvias razones de un comercio de más del 80% o con los Estados Unidos.
- Y, por lo que se refiere a la liberalización del comercio, se han adoptado claras medidas y políticas en favor de la eliminación de muchas de las barreras arancelarias y no arancelarias de carácter proteccionista. Recuérdese el tortuoso camino de los permisos de importación. Lo anterior fue consistente con la ampliación constante en el número de países miembros del GATT, el aumento en los acuerdos de preferencias arancelarias y la pertenencia a este último organismo. México firmó su adhesión en 1986 y participaba activamente desde la Ronda Kennedy hasta la de Montevideo que dio paso a la OMC. Ese fue el paso indispensable para iniciar el proceso de negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que ahora ya se renegoció en el llamado T-MEC 25 años después. Ello confirma la permanencia del país en la tesis y la práctica de la liberación del intercambio. Incluyendo los países de la Unión Europea y del TTP[1] México tiene tratados de preferencias arancelarias con 51 naciones. En materia de movimientos de capital tanto de IED como de cartera, se manejó la conveniencia de reducir o eliminar las restricciones a la inversión extranjera directa. México, tiene desde entonces una ley de inversiones extranjeras, que ha tratado de competir en la atracción de ese tipo de capitales con otras naciones que ofrecían condiciones semejantes o mejores.
- Un paso, hasta cierto punto dramático, lo representó la recomendación de privatizar las empresas públicas. Se trataba de emprendimientos o de empresas productoras de bienes y servicios asociadas al estado. En México se conocían como empresas paraestatales (TELMEX, CEIMSA, DINA, Camino Real, solo como ejemplos). Obviamente las joyas de la corona eran PEMEX y la CFE, por lo que con base en las disposiciones constitucionales no se podrían entregar a intereses privados nacionales o extranjeros. Así se han mantenido hasta la fecha y los mexicanos no estamos satisfechos cómo las manejaron los gobiernos desde 1972 hasta nuestros días. Se privatizaron poco más de mil negocios, entre ellos la compañía telefónica que sigue siendo dominante en este sector que la reforma de telecomunicaciones permitió abrir la competencia parcialmente.
- La liberalización del comercio trajo aparejada la reducción del proteccionismo que permitió la entrada al mercado mexicano de una gran variedad de bienes y servicios. Prácticamente todas las grandes marcas internacionales venden en México bienes industriales y artículos de consumo popular o suntuario que en alguna época se tenían que traer de «fayuca». México por su parte, es una economía que con todos sus defectos tiene una elevada posición en la competitividad manufacturera global y al amparo de la reciprocidad que se ha logrado en los acuerdos de preferencias arancelarias exporta diariamente aproximadamente poco más mil millones de dólares por día que incluyen además una elevada cuantía de productos agrícolas de alto valor. Por su parte el valor de las exportaciones de petróleo crudo se elevó a poco menos del 5% del total en 2017, es decir no se depende de la exportación de materias primas únicamente.
- En ese camino de apertura y mayor flexibilidad para atraer la inversión extranjera, México compite con el resto del mundo en sus disposiciones para dar seguridad a los extranjeros que invierten en México, con una clara política de protección a la propiedad. Como ejemplo, se cuenta con 32 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APPRIs).
Prácticamente al finalizar la segunda década del siglo XXI, todas esas medidas que se enumeran anteriormente respondieron a la lógica del llamado liberalismo económico que México y numerosos países adoptaron. Hoy esas prácticas y políticas se satanizan como las culpables de todos los males que aquejan a la nación, porque son las que provocan la corrupción (AMLO dixit).
Continuará…
[1] El nombre completo es Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica