- Huachicol: ¿fue erradicado o ascendido a institución de Estado?
Con la consigna de “Llegar a fondo”, de la presidenta Claudia Sheinbaum y la postura del almirante Raymundo Morales de que. “Se trate de quien se trate”, suenan más a palabras solemnes que taladran bien en el Zócalo y en Palacio Nacional, con retórica de ceremonia militar y eco de patriotismo disciplinado. El problema es que, al revisar los hechos, el “fondo” prometido se vuelve más turbio que el propio combustible robado.
Ernesto Madrid
Porque si de llegar a fondo se trata, ¿cómo explicar que la presidenta primero permitió que el titular de la Fiscalía General de la República (FGR), Alejandro Gertz Manero justificará que el exsecretario de Marina, Rafael Ojeda Durán habría dicho que acudió a la dependencia hace dos años y asegurara que las investigaciones iniciaron en ese momento y luego corrigiera que en realidad fue en marzo de este año, tras la llegada de un buque irregular a Tampico? ¿Un lapsus presidencial o la confirmación de que el huachicol nunca se erradicó, sino que simplemente cambió de administración?
La escena es de tragicomedia: la propia Marina detecta el fraude y presenta la denuncia. En otras palabras, el gobierno se descubre a sí mismo. Un círculo perfecto en el que la ilegalidad aparece como reflejo en el espejo institucional.
Mientras tanto, la presidenta responde en automático: “ahora han dicho mucho que si el presidente López Obrador, que si sus hijos... pero eso se cae por su propio peso”. Solo que, curiosamente, al mismo tiempo un juez federal concedía una suspensión a Andrés Manuel y Gonzalo “Bobby” López Beltrán contra cualquier orden de captura según reveló Claudio Ochoa en El Universal.
Y lo hacía a través de un escrito sin firma ni domicilio, pero con un hotel boutique en el Centro Histórico como domicilio procesal. En México, la justicia no siempre se despacha en tribunales, a veces también se hospeda en hoteles de diseño.
El discurso del almirante Morales tampoco ayuda a despejar dudas. Si realmente se actuará “se trate de quien se trate”, ¿qué ocurrirá con Rafael Ojeda, exsecretario de Marina, señalado en múltiples reportes por contrabando y corrupción? ¿O acaso la consigna viene con letra chiquita: se persigue mientras no comprometa la investidura?
El tablero internacional es aún más incómodo. La presidenta fue advertida, antes de la visita del senador Marco Rubio, de que gobernadores y funcionarios de Morena estaban bajo investigación en Estados Unidos por vínculos con el crimen organizado. En la lista aparecían Américo Villarreal, Alfonso Durazo, Evelyn Salgado, Horacio Duarte y Ricardo Peralta. El nombre más explosivo, sin embargo, fue el de Adán Augusto López Hernández, exsecretario de Gobernación y “hermano” político del expresidente. En su expediente se acumulan acusaciones de lavado, corrupción y nexos con cárteles.
Washington no suele entretenerse con matices: mientras aquí se habla de “ensuciar la imagen de la Marina”, en Estados Unidos Hernán Bermúdez Requena —presunto operador del CJNG detenido en Paraguay— es investigado por huachicol y lavado de dinero. Lo que en México se reduce a discursos, allá se procesa como crimen organizado transnacional.
Desde 2023, Rafael Marín Mollinedo, entonces director de Aduanas, había alertado a López Obrador sobre la corrupción en los puertos y el involucramiento de altos mandos navales. Sus choques con Ojeda quedaron documentados, pero no movieron un ápice la estructura. Las irregularidades siguieron, amparadas por uniforme y narrativa.
La contradicción es total: Sheinbaum promete “instituciones más fuertes” mientras los hijos del expresidente obtienen blindajes exprés; el almirante jura limpiar la Armada, pero guarda silencio sobre su antecesor; y el gobierno insiste en defender la integridad del “patriarca” mientras Washington apunta más arriba en la cadena de mando.
Y aquí aparece la pregunta inevitable: si Andrés Manuel López Obrador repetía que nada se hacía sin que el presidente lo supiera y era, además, comandante supremo de las Fuerzas Armadas, ¿se atreverá la investigación a tocar al expresidente?
O acaso, más bien, lo que terminaremos confirmando es lo que muchos ya sospechan: que el huachicol no fue exterminado, sino ascendido con honores al rango de política de Estado, con custodia de la Marina y sello de la 4T.
En un país donde los abrazos mutaron en blindajes, la ironía es inevitable: se celebran los discursos, pero se teme la confesión. Y la justicia, como el combustible, sigue fugándose por las grietas del poder.
@JErnestoMadrid
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