La ciencia será siempre una búsqueda,
jamás un descubrimiento real.
Es un viaje, nunca una llegada.
Karl Popper
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
La mañana del 1 de diciembre del 2018, López Obrador salió de su domicilio ubicado en la alcaldía Coyoacán en su vehículo austero para ir a San Lázaro y jurar el cargo de presidente de los estados Unidos Mexicanos, en las imágenes vimos a un ciclista que se le acercó al Jetta blanco, López bajó la ventanilla y escuchó que le dijo “no tienes derecho a fallarnos”, eso lo platica el mismo mandatario. Mientras que Enrique Peña Nieto arribó al recinto con todo el aparato gubernamental que cuidaba al poder Ejecutivo, así eran los contrastes que nos regalaba el ocaso del “peñato” y el inicio del “lopezobradorato”.
Dos personajes construidos desde los medios de comunicación, desde las esferas de poder. Peña un verdadero maniquí que lo trabajaron desde que llegó a la gubernatura del Estado de México, exaltaron su físico, le construyeron una historieta de fantasía prácticamente inalcanzable para el grueso de la población. Mientras que López representaba lo contrario, la nueva edición del hijo del pueblo, el austero con 200 pesos en la bolsa y un par de zapatos, el que se aprieta el cinturón y come garnachas en fondas al pie de la carretera, abraza a los pobres pero que se ha servido de ellos en tres campañas presidenciales.
Aquí lo he dicho, los viejos gobiernos del PRI ya eran populistas y se encargaron de la buena administración de la pobreza, que no de la riqueza, pero en el caso de López Obrador perfeccionó el populismo, lo llevó al extremo y perfeccionó aquello de “por el bien de todos, primero los pobres”, con una mano da los programas sociales y discurso de bienestar, mientras que con la otra quita porque hay inflación del 8,7%, poca inversión, malos empleos, desabasto de medicamentos y una lista de carencias que no se han podido solucionar.
A estas alturas del mandato del López Obrador ya no se pueden ocultar los múltiples fracasos y uno de ellos será la severa crisis que ya nos anuncian los expertos en economía, hace unos días estuve en un foro económico en la Cámara de Diputados y los ponentes coincidían que los próximos dos años serán muy duros y veremos si en el cambio de gobierno para el 2024 no se genera un panorama desolador como aquel entre Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León en el 1994 y su error de diciembre, ojalá que se equivoquen los analistas.
Por ahora la actual administración está haciendo agua y algunos ya se fueron, otros lo están pensando porque los dos escándalos que envuelven a Palacio Nacional son difíciles de capotear. Por un lado, el salpicadero que se ha vuelto los archivos hackeados por Guacamaya y por el otro, el libro “El rey del Cash” que presenta a un personaje que está cortado por la misma tijera de corrupción que los del pasado.
El libro narra cómo fue que López Obrador planteó un esquema para desfalcar dinero de las dependencias del entonces Distrito Federal para subsidiarse durante la jefatura de gobierno de Marcelo Ebrard y parte de la administración de Miguel Ángel Mancera.
Alejandro Esquer ha sido durante varios años el operador político detrás de López Obrador, pues era él quien recibía el dinero y a través de él se hacia la entrega de dinero a Gabriel García, quien en ese entonces era el encargado de la asociación Honestidad Valiente y que durante en inicio del gobierno de AMLO fue designado como coordinador general de Programas para el Desarrollo de la Presidencia de la República, detalla el libro de la expareja de César Yáñez.
Frente a esto el presidente en su mañanera solo se concretó a decir que no tiene caso responder a los señalamientos debido a que no hay pruebas que lo incriminen, además de contar con un escudo protector, que es su honestidad.
Ahora hay más claridad de que ha vivido López Obrador y su movimiento por tantos y tantos años, gastando en recorrer el país en tres campañas y en los periodos de receso electoral. El que acusa está obligado a probar y aunque el libro de Elena Chávez no presenta pruebas contundentes, no vendría nada mal que López y los mencionados no solo se desmarcaran, sino que presentaran pruebas de que se miente… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.