Luego del descanso de final de año que al parecer solo lo fue para algunos, abrimos este 2020 con noticias alarmantes que afectan directamente a nuestro país, me refiero al avivamiento de las tensiones en el medio oriente y a la muy latente posibilidad de que estalle un conflicto bélico entre los países involucrados. Situación bastante delicada, que de consumarse tendrá repercusiones en todo el mundo.
Los precios del petróleo y la disolución de acuerdos armamentísticos nucleares parecen ser las primeras consecuencias del conflicto, en tanto que las tensiones siguen en escalada luego de que Irán ofreciera ochenta millones de dólares por la cabeza de Donald Trump y este a su vez, emitiera una advertencia de atacar 52 puntos estratégicos iraníes, que los expertos dicen, es la cantidad de rehenes americanos que Irán mantiene cautivos hace años.
Por otra parte, en un hecho internacional que impacta de forma más certera a nuestro país, el curso del juicio del exsecretario de seguridad pública Genaro García Luna, llevado a cabo en los Estados Unidos, ha dado un nuevo giro al darse a conocer la negociación que sostiene el exfuncionario con el gobierno norteamericano, con miras a colaborar con la justicia y así evadir el proceso que se le tiene fincado.
No debemos olvidar, que este proceso es consecuencia de otro que se llevó a cabo en contra del histórico líder del Cartel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, quien fuera detenido y extraditado a los Estados Unidos en 2017, en donde hoy cumple una condena de cadena perpetua por el delito de tráfico de drogas. A García Luna se le acusa de ser cómplice de las actividades delictivas de la misma organización delictiva cuando éste, era funcionario federal en los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. Parece que luego de la primera audiencia de este juicio, se podrá obtener mucha tela para cortar y posiblemente veamos más funcionarios mexicanos involucrados en esta saga.
Considero que quien se llevará los mejores bonos mediáticos de estos acontecimientos será el gobierno de la cuarta transformación; que seguirá saldando cuentas vía el combate a la corrupción, destapando cloacas y bloqueando financieramente, pero siempre mirando hacia el pasado. Sin embargo, en hechos propios de la actual administración, aún existe mucha desazón en cuanto a los objetivos de esta, porque si bien es cierto que este tipo de noticias gratificantes para un país azotado por la corrupción, también lo es que la incertidumbre de la prometida transformación es una constante por estos días.
Habría que apostarle ya a la generación de acuerdos, a la construcción de realidades y a la visibilidad de certezas para un país que ha estado a la espera de estas, al menos durante los últimos cuarenta años. Si el primer año fue el de un ajuste de cuentas y de desarticulación de mafias del pasado, en este que comienza, convendría apreciar ya la reconstrucción y la cimentación de lo que denominan cuarta transformación, porque algo me queda claro, lo mediático no alcanzará hasta el final del sexenio.
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