Para conocer a profundidad una corriente filosófica, es necesario analizarla a la luz de los procesos histórico-sociales inherentes a ella. Los mismos, dan cuenta de los fenómenos que tienen estrecha relación e injerencia en la forma en que se vivieron dichas propuestas, sobre todo en el escenario social. De tal forma que se pueden analizar y mirar de cerca, diversos procesos históricos y sociales para encontrar respuestas y otras perspectivas de las corrientes filosóficas que deseemos conocer. Es necesario que sea de esta forma porque así se muestra la realidad al contacto de las propuestas, de otro modo serian letra muerta o simples descripciones de imaginarios posibles.
Debido a que son dos momentos diferentes el pensar y el hacer, se pueden distinguir matices de una misma propuesta filosófica o teórica, dependiendo del proceso coyuntural que se atraviese, por lo que considerar a una doctrina eterna e inmutable, es convertirla en un dogma. Lo digo en ocasión de responder a las voces que proclaman el esplendor del liberalismo del siglo XVIII en plena era posmoderna, como si la sociedad no hubiera avanzado, como si los procesos históricos no hubieran configurado la geopolítica, como si la aparición de otras doctrinas no fueran motivo de reconfiguración del pensamiento humano. Es decir, no se puede hacer un análisis de estas, sin sus procesos sociales de movimiento y cambio y sin sus coyunturas; pretender que las doctrinas traspasan de un proceso histórico a otro sin ningún cambio, es irrisorio.
Partiendo de estas premisas, en adelante se abordarán los procesos coyunturales debido a los cuales el liberalismo llego a ser la corriente de pensamiento dominante en todo el mundo, aun cuando durante gran parte de su hegemonía, se llevará a cabo la denominada Guerra Fría y el mundo estuviera organizado en dos bloques diferentes que durante gran parte del tiempo fueron contrarios. Situación que resulta interesante y que no pudiera ser entendida, si se dejara fuera del análisis la cuestión histórica, política y social que hizo contexto en aquel momento.
La Revoluciones Liberales.
Si bien es cierto que el liberalismo logró imponerse en todo el mundo durante gran parte del siglo XX, también lo es, que dicho dominio no obedece a una pureza prístina o a un avanzado entramado filosófico que es inmutable, no; el liberalismo logró tal influencia debido a factores políticos, sociales y económicos que actuaron en coyuntura y de las cuales mencionare al menos dos en este trabajo.
Primero me gustaría establecer que el liberalismo es una teoría de los límites del Estado frente a los individuos, que aparece ya entrado el siglo XVIII, en contraposición del régimen absolutista. La propuesta liberal de aquel entonces buscaba acotar el poder económico, político y social de las monarquías absolutistas, que mantenían a la gran mayoría de la población en condiciones de marginación.
Ante tal situación, hombres como John Locke, Jean Jaques Rousseau o Montesquieu, proponían teorías que rescataban la soberanía del pueblo como fundamental, en la construcción de los Estados mediante un pacto social originario. Bajo estos argumentos, el dominio estamental de derecho divino y de herencia absoluta, fue invalidado con ideas más progresistas como el parlamento, la república y la división de poderes. También introducían la idea de la igualdad de los hombres y la de la libertad de este, entendiendo los dos conceptos como expresiones emancipatorias de la sociedad civil, ante el antiguo régimen de jerarquías y de gobiernos hereditarios.
Esta propuesta consideraba que la libertad del hombre debía de prevalecer por encima de cualquier construcción social que existiera, la emancipación civil pugnaba por la liberación del individuo de estamentos y clases que mantenían en rezago a gran parte de la población de manera histórica. Situación que se había eternizado dando la posibilidad de que la elite dominante reprodujera constantemente el dominio, tanto social como ideológico.
Justo aquí establezco la primera coyuntura de este proceso histórico, identificándola plenamente con el desarrollo de la Revolución Francesa de 1789, como símbolo originario y fundamental del liberalismo europeo, que terminaría por lograr una transición de régimen, sustituyendo al arcaico Estado Absolutista por un Estado Liberal que buscaba reivindicar la soberanía del individuo ante el sometimiento político, económico y social del antiguo régimen.
Otra de las cruzadas emancipatorias se hizo en el terreno filosófico y de pensamiento del hombre, que de alguna forma también se hallaban secuestradas por un grupo dominante histórico como lo es el clero, que fungía como legitimador y como reproductor del dominio de la clase en el poder. La exclusividad de la ciencia del conocimiento y la filosofía del hombre por parte de la iglesia, había provocado un estancamiento, por así decirlo, en el desarrollo tecnológico, sin embargo, con los movimientos liberales y de la mano de procesos como la ilustración el desarrollo científico y técnico alcanzo niveles sin precedentes hasta ese momento.
El punto álgido de este proceso es la Revolución Industrial la cual cambiaria para siempre la forma de producción de la sociedad, cuando por primera vez en la historia, la producción sobrepasa las posibilidades del hombre, haciéndolo aun lado del proceso de producción, cumpliéndose así, el tan anhelado dominio de la naturaleza, dando paso al crecimiento exponencial de la población motivado por la capacidad productiva de la aplicación de la tecnología en los procesos industriales.
Esto evidentemente trae consigo un cambio en la sociedad, ya que con el desmantelamiento del Estado Absolutista y el posterior encumbramiento de los Estados Liberales, la organización de la sociedad ve crecer con rapidez a la burguesía que aprovecha el momento coyuntural de ruptura técnica, social y epistémica, para encumbrarse y liderar el proceso reformatorio, hasta lograr establecer modelos liberales de constitución así como aprovechar en su totalidad el desarrollo técnico y tecnológico, convirtiéndose en una nueva elite pero de carácter liberal.
Con el tiempo, la aparición de personas al margen del proceso productivo y de la benevolencia de la actividad industrial fue constante. La situación de marginalidad, precariedad, pobreza; y de condiciones inequitativas en la relación de los trabajadores con la burguesía dieron la pauta, para que, en poco tiempo, estallaran conflictos sociales que reactivaron las intenciones reivindicadoras de los antiguos barones del feudalismo, sin olvidar que es justo en ese momento cuando los trabajadores se organizan creando el cómo movimiento obrero.
Al final de la coyuntura de las Revoluciones Burguesas, el liberalismo se encontró con la crítica debido a la imposibilidad de insertar de nueva cuenta a una parte de la población en la dinámica de la bonanza económica; por ende, las condiciones políticas y sociales de las mismas estuvieron siempre en desventaja ante la nueva hegemonía burguesa, y el liberalismo aun cuando sugirió la libertad del hombre de todo sometimiento a una formación social, fue testigo de la encumbramiento de una sola clase bajo el signo de liberalismo económico, que en muchas ocasiones llego a someter y a subyugar al hombre, cosificándolo al reducirlo como elemento del proceso productivo, convirtiendo su fuerza de trabajo, en una mercancía.
Derivado de esta situación para 1848 tendría lugar la primera revolución mundial que fue conocida como la Primavera de los Pueblos. Pero de esa coyuntura hablaremos en la siguiente entrega