Se han cumplido ya ocho meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y durante todo este tiempo hemos sido testigos de distintas acciones impulsadas desde el ejecutivo federal, unas más loables que otras evidentemente, pero ambas me dan cuenta de una primera certeza que es la de que el gobierno está constituido y sigue operando. De forma inherente también puedo establecer una segunda certeza y es que esto será así hasta que termine el sexenio, al menos institucionalmente.
Por el contrario, la situación para la clase política no es tan certera; ésta se ha convertido en un dolorosisimo y largo funeral en el que se han congregado los que aún hoy se preguntan el por qué, el cómo fue posible; esos que le lloran al paternalismo del régimen manteniendo la melancolía por lo buenos tiempos; se dicen decepcionados de la democracia de este país. Del otro lado están los descarriados, los que eufóricos encontraron la revancha en la muerte del antiguo régimen, justo así lo quisieron ver siempre. Los primeros deambulan con desasosiego sin saber qué son sin aquel, están desamparados, muy acostumbrados al paternalísmo sistémico que les permitió dar sus primeros pasos y encumbrarse bajo el cobijo del amiguismo y la clientela. Los segundos, los trasnochados, también deambulan, vacilantes, envalentonados, eufóricos; suplicantes de que la bacanal no acabe jamás, nunca habían sido algo antes de la muerte del viejo, hoy no saben que hacer. Corre el tiempo y la clase política, pasmada, no termina por solventar los resultados de la última elección, y en ese camino, desarticulada no atina si quiera a constituirse como un grupo opositor frente a un gobierno que, quieran o no sigue, en acción.
La sociedad civil sigue el mismo esquema, polarizada y también muy desarticulada, tampoco termina por digerir el proceso electoral presidencial. Acostumbrada al cobijo del paternalismo, evidencia lo carente que está del oficio político y de la participación ciudadana real. Han inaugurado una participación política en redes que no deja de ser virtual, miles de post navegan por la red con la intención de desenmascarar, de poner en evidencia al presente gobierno, que ni se inmuta y continua generando contenidos oficiales de alto impacto desde el estrado de "las mañaneras". Ese activismo ciudadano virtual termina siendo un absurdo que lejos de incentivar la participación real desarticula la acción sesgando a la población en bandos cada vez mas atómicos. Por allá incipientes voces se movilizan motivadas por intereses fácticos de actores políticos diezmados que quieren encontrar un respiro en la aglomeración de gente. Por allá también los grupos patronales y empresariales que extrañan tanto el pasado se aglomeran en torno a mantener sus prebendas y tratamientos fiscales a modo. Todos en general están desconcertados.
Es bien cierto que uno se envuelve en una bandera cuando el momento electoral así lo requiere, ademas de que es un derecho; pero una vez constituido el gobierno volvemos a ser uno solo, porque al final todos somos México; y es precisamente de lo que se carece en estos días, terminar por darse cuenta de que luego del proceso electoral somos un solo país; darse cuenta de que después del funeral, la vida sigue para todos, y que a pesar del difunto los que nos quedamos debemos seguir adelante y ser participes de el trabajo de seguir construyendo este país.
En el horizonte político el 2021 se asoma como la primera prueba electoral de la cuarta trasformación, penosamente al día de hoy no se vislumbra una verdadera oposición, ni partidista ni de la sociedad civil; de hecho, la semana pasada fuimos testigos de la renovación de la dirigencia priista en la que se dejó ver un proceso lleno de sospechas de fraude electoral, denunciado por los propios contendientes y que terminó con la renuncia de Ivonne Ortega, derivada de su inconformidad ante el proceso y sus resultados. El PAN con algunos posicionamientos en torno al gobierno federal, siempre de voz de su dirigente nacional Marko Cortes, quien pareciera estar mas preocupado por el futuro político de Juan Guaido, no termina por hilar un discurso opositor. Y del PRD ni hablar, si alguien tiene alguna noticia relevante no duden en darnoslo a conocer.
Toca pues buscar la organización de la sociedad civil, de cara a un proceso electoral que será una muestra de la capacidad política de los actores contendientes, la cual encausara al país hacia la siguiente renovación del ejecutivo federal. En el camino sería preciso reconfigurar el sistema político consolidadando un verdadero activismo de la sociedad civil en los espacios propicios para ello.
En adelante, con la responsabilidad del país y su gente de por medio, se presentan dos opciones a elegir, seguir velando al muerto o empezar a trabajar en unidad para llevar a buen puerto este sexenio y los que vienen. Ahí está la propuesta.
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