- En agosto, la inversión cayó 2.7% mensual, con desplome histórico en maquinaria importada y construcción. Mientras el gobierno promete un “repunte” para 2026, los datos muestran un año completo de caídas. El capital parece haber perdido el entusiasmo... o la paciencia.
La economía mexicana volvió a dar señales de fatiga. Según el INEGI, la inversión fija bruta cayó 2.7% en agosto, su peor tropiezo desde los días pandémicos de 2020. Y no es metáfora: la maquinaria importada se desplomó 5.2%, el equipo de transporte un 13.6%, y la construcción bajó 1.5%. En resumen, el músculo productivo del país está a dieta... estricta.
Ernesto Madrid
Pero hay más: la inversión pública se contrajo 21.2% anual, sumando 16 meses consecutivos en picada. Todo un récord, aunque no precisamente de esos que se celebran con medalla. En paralelo, la inversión privada también flaquea: lleva diez caídas en los últimos doce meses. Parece que tanto el dinero público como el privado coincidieron, por fin, en algo: no gastar.
Con cifras originales, el panorama es aún menos alentador: la inversión total acumula un descenso de 7.3% en lo que va del año, después de haber crecido 6.8% en el mismo periodo de 2024. Si la tendencia fuera una película, se titularía “De la expansión al estancamiento”.
Las proyecciones oficiales, sin embargo, invitan al optimismo... o al autoengaño. Se espera que 2025 cierre con una caída de 5.8%, pero —buenas noticias— 2026 podría traer un “repunte” de 3.7%. Claro, siempre y cuando la paciencia económica sobreviva al discurso político.
Mientras tanto, el indicador coincidente (ese que mide el pulso real de la economía) lleva 24 meses en terreno negativo. Un maratón de caídas que ni la mejor retórica presidencial logra disimular. Y aunque el indicador adelantado muestra ligeras señales de esperanza —gracias al tipo de cambio y al S&P 500, no a la obra pública—, el repunte suena más a deseo que a diagnóstico.
El consumo privado, por su parte, intenta mantener el ánimo: creció 0.6% en agosto, impulsado por bienes nacionales y servicios. Nada espectacular, pero suficiente para no declararlo en terapia intensiva. Sin embargo, si se mira el acumulado del año, no hay crecimiento respecto a 2024. Dicho de otro modo: las familias compran lo mismo, solo que más caro.
Los economistas pronostican que el consumo podría recuperarse ligeramente en 2026, ayudado por ingresos un poco mejores y tasas de interés más bajas. Aunque, viendo la velocidad del avance, el impulso podría llegar tarde al sexenio.
En síntesis:
- La inversión pública se esfuma,
- la privada duda,
- el consumo bosteza,
- y el gobierno promete repuntes a futuro… como quien promete amor eterno en medio del divorcio.
Así que sí, la inversión mexicana parece estar en pausa. Y mientras los indicadores hacen malabares para encontrar el fondo, la economía nacional confirma lo que muchos ya sospechaban: que la “Cuarta Transformación” también puede transformarse en recesión.
@JErnestoMadrid
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