La bioeconomía es una alternativa para potenciar las políticas de desarrollo agrícola y rural que contribuyan a la especialización inteligente de los territorios y a la innovación que México necesita para hacer frente a los desafíos del incremento de la productividad, el cambio climático, la seguridad alimentaria y la reducción de la pobreza: subsecretario Miguel García Winder.
Ciudad de México.- La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), en conjunto con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), impulsa el desarrollo de la bioeconomía en el sector primario, a través de la formación de valor agregado en procesos como el manejo de desechos obtenidos en la producción agrícola y la agroindustria y la generación de nuevos alimentos, materiales y energías renovables.
Con este fin, la Subsecretaría de Agricultura de la Sader realizó el primer taller “La bioeconomía y gestión integral del agua”, en el que participaron especialistas, investigadores y representantes de Fundación Produce, Sistemas Producto y organismos de Costa Rica, España, Holanda y México, en el planteamiento de políticas públicas, programas, experiencias y casos de éxito.
La bioeconomía es reconocida por la Sader como una alternativa para potenciar sus políticas de desarrollo agrícola y rural –con enfoque de sostenibilidad—, que contribuyan a la especialización inteligente de los territorios y a la innovación que México necesita para hacer frente a los desafíos del incremento de la productividad, el cambio climático, la seguridad alimentaria y la reducción de la pobreza, afirmó el subsecretario de Agricultura, Miguel García Winder.
Expuso que se buscan nuevas formas de hacer agricultura y aumentar la aportación de valor agregado a los productos agropecuarios y pesqueros, con la operación de procesos basados en la bioeconomía, en beneficio de los productores primarios, la calidad de vida en las comunidades y el medio ambiente.
García Winder señaló que el Gobierno de México tiene la visión de transformar al campo mediante diferentes vertientes y, en este caso, sería con la instrumentación de políticas públicas y un marco legal que permitan detonar la bioeconomía e integrarla formalmente en la operación de las cadenas productivas, así como fortalecer la innovación y tecnologías en los Sistemas Producto para un mayor impacto en lo económico y social.
Destacó que México es reconocido como un país mega diverso y con capacidades científico-tecnológicas, que son componentes esenciales para el desarrollo de la bioeconomía.
Desde el punto de vista de la agricultura, el país cuenta con recursos de la biodiversidad en general, de la agrodiversidad en lo particular, así como de biomasa de desecho que tiene que ser mejor aprovechada, expresó el subsecretario de la Sader.
La bioeconomía juega un papel fundamental para impulsar el desarrollo de la agricultura, pues permite un aprovechamiento eficiente de los recursos y principios biológicos en la producción de la agricultura, señaló el gerente del Programa Hemisférico de Bioeconomía y Desarrollo Productivo del IICA, Hugo Chavarría.
Al participar con la ponencia “La bioeconomia: un modelo de desarrollo para responder a las necesidades del futuro”, dijo que la bioeconomía impulsa el uso de residuos que actualmente no se usan y pueden ser utilizados como modelo de negocios de la agricultura para generar biotecnología y bioinsumos.
"Esto es una alternativa para los países de América Latina, que están obligados a contar con políticas públicas más eficientes para lograr una producción sostenible y eficiente", pues, en esa región, actualmente se pierden o desperdician 127 millones de toneladas de alimentos al día, señaló.
El taller se sustentó en un contexto global, donde América Latina tiene mucho que aportar en la producción de alimentos, a través de prácticas sustentables, para una población creciente, demandante de proteínas y productos sanos y de calidad; es una de las regiones con mayor riqueza biológica, ya que tiene ocho de los 15 países con mayor biodiversidad del mundo.
En esta área del continente americano se registra el 35 por ciento de las reservas de agua y el 28 por ciento de las tierras con potencial agrícola productivo, recursos que requieren de la investigación y el conocimiento para un aprovechamiento racional y eficiente en beneficio de los sistemas agropecuarios.