En la era del empoderamiento femenino, la frontera de Estados Unidos con México sigue siendo un caldo de cultivo para las mujeres y niñas víctimas de abusos sexuales que pasan inadvertidos.
Las historias son muchas y todas con el mismo factor denominador: Féminas vulnerables sin papeles que se desplazan al margen de la ley sujetas a todo tipo de vejámenes: abandonadas en cinta, forzadas a prostituirse y encadenadas o atadas a camas o árboles.
En una investigación del The New York Times que incluyó entrevistas a policías, fiscales, jueces y activistas, el diario sacó a la luz varios casos.
Más de 100 mujeres reportaron abuso sexual en el lado estadounidense del límite desde el 2000, cifra que en opinión de magistrados y defensores sería solo la punta del iceberg, puesto que muchos de ellos no se denuncian ni revisan, lo cual indica que la violencia sexual se ha convertido en una condición sine qua non del periplo migratorio para este colectivo.
Incluso el presidente Donald Trump utilizó este problema para abogar por la construcción del muro ya que aseguró pondría un alto a la migración. “Una de cada tres mujeres sufre abuso sexual en el peligroso trayecto por México”, indicó en su informe de gobierno en enero, pero cabe anotar que buena parte de estos delitos no ocurren en el cruce mexicano, sino ya en territorio estadounidense, constató el medio.