Despertar a la historia significa adquirir conciencia
de nuestra singularidad, momento de reposo reflexivo
antes de entregarnos al hacer.
Octavio Paz.
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Como dice el presidente López Obrador, “es tiempo de definiciones” y él ya se quitó la máscara, con su falta de resultados se muestra intolerante, raya en la violencia verbal que aplica a quienes no estamos de acuerdo con sus políticas, no resolvió el tema de la corrupción, según las mediciones internacionales estamos atascados en el número 124 de 180 países evaluados, no se ha reducido la violencia, la economía esta prendida con alfileres y claro, su cuartada perfecta es la pandemia, pero tampoco se enfrentó de la mejor manera y ahí están las evidencias.
Desde su llegada en el 2018 se vislumbraba que el Pejelagarto no iba a ser el presidente de los 127 millones de mexicanos, el optó por los poco más de 30 millones que le dieron su voto y así se la llevó descalificando a sectores como los empresarios, se peleó con la clase media, con los científicos, intelectuales, universitarios y una larga lista que lo llevan a tener un capital que ronda por los 12 millones de ciudadanos, así el que fuera el ídolo de multitudes se ha quedado con menos de la mitad de los que votaron por él.
La reducción en su capital político lo han llevado a refugiarse en Palacio Nacional, ya no se da esos baños de pueblo, ya no anda por las plazas públicas porque sabe que le van a llover reclamos, y los reconocimientos cada vez son menores. Ni Enrique Peña Nieto, ni Felipe Calderón tenían la posibilidad de pararse donde se les diera la gana y es que López Obrador los estigmatizó con la sombra del fraude electoral, claro que su trabajo habló por ellos y los resultados tampoco fueron buenos, se quedaron solos y eso le está pasando prematuramente al hijo de Macuspana.
Claro que aquellos que cuentan con un programa social son incondicionales de la 4T porque muchos no habían recibido nada del PRI ni del PAN como gobiernos, pero la intención es clara, a más pobres y menos educación es un mejor mercado para los populistas, mayor reconocimiento, más gritos, pero sobre todas las cosas esos representan votos. Que quede claro, las administraciones de Calderón y Peña también son responsables de la crisis en la que estamos metidos y que va para largo.
Por eso a López Obrador le molesta la gente pensante, le duele que critiquen, que demuestren, al tabasqueño le disgusta la superación personal y lo cataloga como aspiracionismo, por eso dice que la mitad de quienes tienen licenciatura están en su contra y los de nivel maestría y con doctorado los ve como caso perdido. El convencimiento de ese sector sería superar la prueba del ácido más corrosivo lo que le daría legitimidad a su discurso en los hechos, pero como es consciente de todas sus carencias le es más fácil descalificar, mentir y agredir.
Por eso quisiera una nueva conformación de una clase media a modo, con un solo par de zapatos y una camisa, como si no se tuviera derecho o fuera pecado aspirar a una casita como la de su junior, claro sin conflicto de interés… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
Una más de la torpeza política de la alcaldesa de Acapulco, Abelina López, que pidió a los medios que no difundan hechos de violencia, si no de que van a comer. Seguramente le afectó “la calor”.
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Hasta la próxima.