La Internacional Populista pierde porque su líder no está pudiendo afrontar con madurez y sensatez los resultados de la elección
Por: Isaías Guache
La contienda entre Donald Trump y Joe Biden por la Presidencia de los Estados Unidos de América, arrojó una larga lista de perdedores y ningún ganador hasta el momento. Sí, por increíble que parezca en esta elección perdieron los republicanos, los demócratas, la democracia americana, la sociedad americana, la Internacional Populista, (genialidad que le debemos a Jesús Silva – Herzog Márquez y que está compuesta por Trump, Bolsonaro, Erdogan, López Obrador, Johnson, etc.) y la democracia mundial.
Perdieron los republicanos, porque más allá de que parece que al final de esta dramática elección su candidato perderá su relección, los miembros del partido que lo postularon tardarán mucho en recuperarse del daño que este personaje les habrá infligido a través de cuatro años, y que los puede llevar a un proceso de difícil reconfiguración, si es que Joe Biden (virtual ganador de la elección) hace un gobierno medianamente sensible y que se dé a la tarea de eliminar ese esquema de confrontación que hoy existe entre la sociedad de ese país. Las mentiras que han caracterizado la administración de Donald Trump, serán una lápida con la que deberá cargar el Partido Republicano, que nunca tuvo la disposición de enmendarle la plana a este auténtico outsider que usufructuó el espacio de ese partido, para realizar una presidencia individualista, egocéntrica, enfermiza y que sólo benefició a su círculo cercano, menoscabando los principios ideológicos de ese partido, y llevándolo a una situación que será muy difícil de reubicar en el imaginario de la sociedad norteamericana.
Perdieron los demócratas, porque su candidato y el propio Partido Demócrata se mostraron poco imaginativos e inteligentes, para vencer arrolladoramente a un candidato que parecía muy vulnerable, porque a través de los cuatro años de su presidencia se dedicó a insultar a todos los sectores de la sociedad americana y utilizarlos para satisfacer sus afanes de grandeza y mitomanía. Porque al igual que en 2016, su candidato fue muy mediocre y prácticamente ganará por todo lo mal que lo hizo Trump en su administración presidencial, y no por lo que el candidato demócrata hizo en esta campaña presidencial. De la misma forma que Hillary Clinton desilusionó hace cuatro años al dejar mucho que desear como candidata, ahora Biden se ganó la percepción de “que no emocionó al electorado” y se mostró muy poco atractivo para los ciudadanos americanos. Mucho tendrá que trabajar este partido, para que la ciudadanía pueda percibir un relevo generacional que interprete los nuevos esquemas de pensamiento y participación de una ciudadanía que no encuentra canales de interpretación de sus demandas y reclamos de parte de la partidocracia americana.
La democracia americana es otro de los grandes perdedores, ya que, al ser cuestionada por el propio presidente en funciones y candidato republicano, cuando manifiesta que hubo fraude y que se prepara a judicializar el proceso electoral y llevarlo hasta la Corte, demerita la certidumbre y legitimidad de la participación de millones de americanos en esta elección. Con su actitud irresponsable se ubica en el contexto y espacio que ha mostrado durante su administración, la ausencia absoluta de respeto a las instituciones políticas del régimen americano.
Pierde la sociedad americana, porque se evidencia ante el resto del mundo la falta de solvencia moral para cuestionar las democracias de cualquier latitud mundial. Ante la falta de certeza que hoy existe de cómo y cuándo acabará la elección, no existe un andamiaje de comunicación que les permita a los americanos, mostrarse con seguridad y certidumbre de la forma en que llevaron a cabo este proceso electoral. La actitud de polarización a que los ha llevado Donald Trump los hace ver vulnerables y manda una señal de falta de madurez social para resolver sus diferencias y los hace ver poco convencidos de la consolidación de un concepto general del sueño americano.
La Internacional Populista pierde porque su líder no está pudiendo afrontar con madurez y sensatez los resultados de la elección que lo tienen a punto de entregar la presidencia de los Estados de América en el próximo mes de enero. Si se consolida la derrota de Donald Trump, sus amigos que lo emulan en la manera de ejercer el poder (mentiras, despreciando la ciencia, insensible ante los reclamos sociales, con visos de autócratas, despóticos) resentirán la ausencia de su alter ego. Deberán poner sus barbas a remojar y entender que los pueblos se pueden cansar de ese tipo de ejercicio del poder. Pues si bien, el pueblo americano ha dejado mucho que desear, al no derrotar de manera avasalladora a su actual presidente, no le otorgaron la confianza para seguir destruyendo el entramado institucional de la principal potencia mundial.
Y finalmente, pierde la democracia mundial ya que no podrá seguir pensando en la democracia americana como un modelo a seguir, ya que en este proceso electoral se ha mostrado tal y como es, y aún quienes son sus panegiristas incondicionales, deberán aceptar que ya no funciona como debiera y que hoy no es ejemplo para nadie.