Los que tienen a su cargo el gobierno
cuiden de no aprobar indirectamente
lo que directamente prohíben.
Thomas Hobbes
Por: Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Estimado lector, gracias. Los días de la pandemia van y el contagio del presidente Andrés Manuel López Obrador nos deja puntos para el análisis y hace evidente los hierros de quienes están encargados de enfrentar al SARS-CoV-2. Los contagios están desbordados, encontrar una cama de hospital es un viacrucis lo mismo que cremar a una víctima y no se trata de amarillismo, pues la cruda realidad simplemente nos golpea en la cara, ni se domó la pandemia, ni se aplanó la curva, ni vamos bien.
De entrada, el presidente debería ser considerado como prioridad y su salud un tema de seguridad nacional, por lo tanto, debió de haber recibido la vacuna, es una persona de la tercera edad y con enfermedades crónicas, es quien toma las decisiones para México y sus habitantes, bajo ese contexto está bien justificado la insaculación, pero le viene bien la vida de mártir. No así la vacunación de los Servidores de la Nación que se infiere hacen proselitismo a favor de los morenos usando las vacunas. Mezquinos diría su líder.
El uso del cubrebocas ha estado recomendado por la OMS, se ha demostrado que esta barrera física bien utilizada disminuye el riesgo de contagio, y si alguien ha desdeñado su uso es López-Gatell y López Obrador, desde Palacio Nacional mandaron mensajes equivocados a la población, no le funcionó “el detente”, “la fuerza moral” no les alcanzó, el “no robar, no mentir y no traicionar” resultó una retórica barata ante la ferocidad del virus. El subsecretario de Salud perdió la partida luego de más de 150 mil muertos y la enfermedad de su terco patrón.
En el tiempo de los superiores morales, de la transparencia, de la tentación por desaparecer al INAI y otros instrumentos, regresa la polémica para obtener la información sobre la salud del presidente, así pasó con la cirugía que le practicaron a Vicente Fox, no quisieron informar sobre el posible alcoholismo de Felipe Calderón, ni de la salud de Peña Nieto, y en todas las anteriores López Obrador se pronunciaba para que fueran transparentes, y ahora nada se sabrá sobre el estado de salud de AMLO.
La infección del inquilino de Palacio Nacional nos muestra a un gabinete desorientado, así se ve Olga Sánchez Cordero y no solo por las respuestas de la “mañanera”, no sabía ni donde estaba pasando la cuarentena el presidente, López es el poder, el hombre orquesta y los otros solamente acatan, en una situación más complicada con la salud del presidente sería mayúsculo el desastre que de por sí ya tenemos.
Comprometer la salud de López es comprometer la estabilidad del país, eso a nadie conviene, ni tampoco los mártires. Pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
Me comentan que el todavía alcalde de Coyoacán, el ex futbolista Manuel Negrete, ya no despacha en la alcaldía, ya se fue en busca de una diputación y ni adiós dijo.
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Hasta la próxima.