Entramos ya a la parte final del 2019 la cual corresponde a la terminación del primer año de gobierno de la cuarta transformación. De sobra se ha hablado del desempeño del mismo y muchas interrogantes han quedado en el aire ahogándose en la brevedad de lo mediático.
Una constante en esta administración ha sido la sugerida austeridad republicana que ha marcado el accionar de toda dependencia gubernamental. Las instituciones como nunca han resistido sendos ajustes que definieron sus rumbos en este primer año de gobierno. Siguiendo el curso del dinero se visibilizaron ingeniosos desfalcos que en pocos casos terminaron con destituciones y algunas detenciones de los responsables de tales argucias. Eso es algo que no se puede soslayar, aunque en teoría sea una obligación que tienen los que ejercen el servicio público en todos los niveles de gobierno.
Sin embargo, en medio de estas pesquisas se ha descubierto también que la austeridad ha provocado el entorpecimiento operativo de casi cualquier institución pública. Uno de los episodios más agrios es el que vive por ejemplo Petróleos Mexicanos, señalados ya los responsables de las ingeniosas maniobras financieras de desfalco y sometida a una disciplina presupuestal, que más allá de la austeridad a provocado carencias, la situación que ataviesa la misma y sus trabajadores es a todas luces contradictoria.
Lo digo en el sentido de que según el gobierno de la cuarta, esta empresa en particular sería la insignia de la transformación económica del país. Sin embargo, los resultados hasta hoy son contradictorios, ya que ni el país avanza ni la empresa despunta, al contrario, la misma se encuentra sumida en una incertidumbre operativa derivada de los ajustes de austeridad que la han dejado desprotegida operativamente.
Tal es el caso del reciente ataque cibernético que tomó a más de uno desprevenido y que hasta el momento no ha podido ser resuelto. Esto es asi porque aun se encuentran en el limbo sistemas institucionales de comunicación y productivos, que mantienen a la base trabajadora en la incertidumbre, incluso de los compromisos salariales. Ya no hablemos de algunas otras prestaciones como uniformes, becas o medicamento, que siguen detenidos sin saberse a ciencia cierta el motivo.
Por lo cual preguntaría ¿austeridad para que? Sí, es cierto, se han detectado las irregularidades al tiempo que se subsanaron, se prescindió de gastos en viáticos a altos funcionarios y otras canongias para los mismos, se modificaron las condiciones contractuales a los empleados de confianza que llegaron con la cuarta, a la vez que ajustaron sustancialmente los de los que ya estaban contratados, sin dejar de lado que el sindicato también se sujetó a los ajustes, sobre todo en lo que hace a los viáticos de sus funcionarios.
De tal forma y aún contando con el entendimiento de los trabajadores de la petrolera, la gran incógnita es saber para qué han servido tales ajustes. Uno entiende que en cualquier empresa se ajustan los gastos excesivos por un motivo, es decir lograr sacar a la empresa de una crisis o que está sea más productiva. En cualquier hogar del país las cosas funcionan de manera similar, se ajustan los gastos para cambiar el carro o para comprar una casa más grande, para mandar a los hijos a la escuela o para poder celebrar el aniversario de algunos de los integrantes.
Considero que todos lo hemos vivido así, menos los de la cuarta, que hasta hoy no nos dicen o tal vez no sepan que el ajustar debe tener un por qué.
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