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“#FueClaudia: la indignación digital que el gobierno quiere silenciar”

  • El asesinato de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, no solo exhibió al crimen organizado, sino al Estado desorganizado. Mientras Estados Unidos habla de usar la fuerza en México, la presidenta Sheinbaum culpa a los medios, el gobernador Bedolla “asume” sin renunciar, y los ciudadanos entierran a un hombre que fue valiente en un país donde la cobardía gobierna.

Hay crímenes que matan personas… y hay crímenes que exhiben gobiernos. El asesinato de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, pertenece al segundo tipo. No solo por su brutalidad, sino porque mostró, en tiempo real, la descomposición de un Estado que responde al caos con hashtags, promesas y culpables imaginarios.

Ernesto Madrid

El registro de MW Group es casi una radiografía del absurdo institucional mexicano:
el 1 de noviembre, a las 20:10 horas, Manzo cargaba a su hijo durante el Festival de las Velas, una fiesta familiar, luminosa, llena de música. Minutos después, seis disparos apagaron las luces. No solo las del evento: también las del discurso presidencial de “abrazos, no balazos”.

Las primeras reacciones no vinieron del gobierno, sino del hartazgo.
A medianoche, manifestantes irrumpieron en el Palacio de Gobierno de Morelia gritando “¡Justicia!”. Mientras tanto, en redes, el país ardía: #FueClaudia se convirtió en consigna, y el enojo escaló a marchas y protestas.


Según el análisis sociodigital, 130 millones de personas tuvieron algún contacto con el caso. Más que el público de un informe presidencial, pero con menos efectos reales: el crimen no cambia, solo el trending topic.

El informe detalla que 32.8% de la conversación en redes vinculó directamente el asesinato con la presidenta Claudia Sheinbaum, y 32.1% la señaló por omisión, inacción o complicidad con el crimen organizado.


Es decir: uno de cada tres mexicanos en redes cree que el gobierno no solo perdió el control, sino que lo entregó.

Pero la respuesta presidencial fue de antología: en su mañanera, Sheinbaum no habló del asesinado, sino del pasado, culpando —una vez más— a Calderón, a la “guerra del narco”, al neoliberalismo, y a los medios, a quienes acusó de “especular”.


La palabra “especulación” parece el nuevo sinónimo oficial de “realidad incómoda”.

Mientras tanto, el secretario Harfuch confirmó lo que todos sospechaban: no había seguridad adecuada en el evento.


Y el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, con la serenidad de quien no se inmuta ni por los muertos, dijo asumir la “responsabilidad política”. Una frase que en el léxico de Morena significa: no renunciaré ni, aunque me entierren en Palacio.

El análisis de Perception Keys también revela otro dato escalofriante:
solo el 9.2% de los mensajes en redes recordaron a Manzo como un alcalde valiente, honesto, que enfrentó al crimen sin miedo.


El resto de la conversación giró en torno a lo que su muerte dejó al descubierto: la impunidad, el control territorial de los cárteles y un gobierno que habla más de la prensa que de los delincuentes.

Porque sí: en el México de hoy, la indignación se mide en interacciones, no en acciones.


Los muertos son tendencia por 48 horas, luego los sepulta el siguiente horror.
Y entre tanto, el gobierno se declara víctima de los medios… como si los sicarios tuitearan notas falsas desde sus cuarteles.

La narrativa digital también mostró algo que debería preocupar a Palacio Nacional:
14.8% de las publicaciones llamaron abiertamente a movilizaciones nacionales. El enojo social ya no se esconde detrás de “bots conservadores” o “comentócratas”. Tiene nombre, rostro y cuenta en X.


Y cuando un pueblo que ha normalizado la muerte empieza a indignarse, el problema ya no es de comunicación. Es de legitimidad.

El asesinato de Manzo simboliza más que la tragedia de un alcalde.
Es la confirmación de que, en México, los valientes mueren solos y los poderosos se protegen entre sí.


Y mientras la presidenta ensaya su papel de víctima de los medios y Bedolla promete justicia que nunca llega, el país observa cómo el crimen organiza mejor al territorio que el Estado.

Ironías del destino: el alcalde pidió ayuda, no likes; pidió protección, no discursos.
Murió esperando al Estado.


Y el Estado llegó… con un anunció, con una narrativa, con una justificación y con un comunicado y con un nuevo plan.

@JErnestoMadrid

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