- Durante las últimas tres décadas, México ha mostrado un desempeño inferior al esperado en crecimiento, inclusión y reducción de pobreza en comparación con países similares.
El complejo entramado de personas, intereses, pasiones, errores y cálculos mal planeados ha llevado al ‘humanismo’ mexicano, en términos macroeconómicos a un ayuno de ideas prácticas, que en asuntos de negocios sale francamente reprobado lo cual es todavía más grave, porque el país requiere urgentemente de la proliferación de empresas y empresarios y no de dádivas del Bienestar, sobre todo, en el marco de la relocalización, que se está convirtiendo en una oportunidad pérdida.
Ernesto Madrid
En este contexto, hay temas que se suman e inquietan a los inversionistas, que ven con recelos, los complejos problemas que se dirimen en México y que no acaban de cuajar porque el país está lleno de predicadores y no de ingenieros sociales que den para reinsertar un proyecto de gobierno, congruente y consciente con los problemas que se enfrentan, como el nacimiento de la ‘narcoeconomía’ que prolifera al norte y al sur del país.
Es este escenario, tejido por el gobierno de la transformación, se lleva a cabo la reunión anual del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial que se realiza en Washington, en donde, resalta la perspectiva que se tiene hacía México, la cual ha empeorado, desde el enfoque de los organismos internacionales y su audiencia de inversionistas y calificadoras, que de positiva, como era entre 2022 y 2023, ha pasado a neutral en la primavera de este año, para llegar a un pesimista, de cara al 2025.
Y no es para menos, porque inquietan temas como, la reforma judicial y la propuesta de “supremacía constitucional”, que muchos inversionistas consideran que es un factor que deteriora la perspectiva; la inseguridad y el crimen organizado están impactando a los negocios, sobre todos con extorsión, como el cobro de derecho de piso; el alto déficit fiscal del 2024 y las dificultades que se observan para bajarlo al 3% y que, inciden negativamente en la visión; las dificultades para bajar la inflación, se suma, porque persiste los altos precios que no permiten a la población, acceder a la canasta básica y que se traduce en un lento ritmo que previsiblemente tendrá la reducción de las tasas de interés.
Por supuesto, está al igual la relación distante que se ha tornado con EU y probables presiones sobre México por migración, fentanilo, Estado de derecho y comercio con China, frente a la próxima renegociación del TMEC, una posición crítica sobre todo si Trump gana las elecciones, sin embargo, con Harris tampoco se prevé una revisión sencilla del Tratado.
Y claro, Pemex, y la desconfianza hacia su nuevo retorno en el que no se vislumbra claridad, cómo para dar la vuelta a la situación financiera de la paraestatal, pero tampoco se ve visiblemente cómo se va a presentar un incremento de la producción que dejo de ser, el principal activo de Petróleos Mexicanos y que sumados, son factores que se adicionan la aversión al riesgo y que castigan el potencial de crecimiento y empleo del país.
En este último caso, el de Pemex, recientemente se dio a conocer que tiene un adeudo de 126 mil millones de pesos con al menos siete empresas, pero estamos hablando de una deuda que en realidad ronda los 380 mil millones de pesos, los 126 mil es lo facturado y el resto no está facturado.
Qué sí puede ser recuperable por las empresas que se les adeuda, la respuesta es, “no” ya que la deuda a proveedores es trabajo realizado, pero no pagado por Pemex y lo facturado es lo que ambas partes están de acuerdo.
Dicho de otra forma, lo no facturado es aquello en que está en proceso de estimación del costo del servicio prestado que varía, porque surgen dificultades diversas en la estimación. También se debe a que le falta flujo a Pemex no permite la facturación y el costo se está perdiendo.
Así el escenario que se vislumbra desde el exterior, por los asistentes a la reunión de otoño.