- Un análisis de Citibanamex señala que su candidatura ha entrado en crisis
cerrada con ligero sesgo hacia Trump y en las encuestas electorales, mercados de apuesta y modelos de predicción venían sugiriendo desde hace tiempo que la contienda por la presidencia de Estados Unidos el próximo 5 de noviembre estaría cerrada entre Donald Trump y Joe Biden, con un ligero sesgo favorable a Trump, acorta un análisis de Citibanamex.
Ernesto Madrid
Señala que incluso en la mayoría de los siete estados decisivos para el voto del colegio electoral así se advertía, pese a que los norteamericanos tienden a ser pesimistas en su visión del rumbo por el que va su país, dado que esa economía se mantiene robusta y que la inflación continúa a la baja, hasta antes del debate del 27 de junio en el que se anticipaba que Biden articularía una campaña atractiva, que los problemas judiciales de Trump y el impacto que ha causado el conservadurismo de la Suprema Corte sobre el aborto dificultarían el avance del republicano.
Después de un catastrófico desempeño de Biden en el primer debate, la candidatura demócrata ha entrado en crisis, en donde, hace más de un año que la opinión pública norteamericana y su élite política discuten los riesgos asociados a la edad de sus candidatos presidenciales, -Biden tiene 81 años; Trump, 78- por lo que el debate resultó conmocionante al exhibir a Biden física y mentalmente frágil, incapaz de hilar ideas, balbuceante e inerme ante Trump, que vuelve a proponer una política de mentiras.
En el contexto cabe señalar que después del debate, diversas encuestas han capturado el azoro; un ejercicio de CBS News/YouGov registro el domingo que 45% de los votantes demócratas considera que Biden tendría que abandonar la contienda. Sólo 27% lo considera competente. En los mercados de apuestas, la probabilidad de que Biden sea oficialmente nominado candidato presidencial en la Convención Nacional Demócrata se desplomaron 25%, al pasar de 79.2% antes del debate a 59.4% y este martes, en el promedio de Real Clear Politics.
¿Qué quieren los demócratas?
Lo cierto es que Biden y líderes demócratas intentan rehabilitar su candidatura mientras que otros piden relevo tomando en cuenta que en un par de apariciones posteriores al debate, ayudado por un teleprompter, Biden aseguró que no se retirará de la contienda y las cabezas demócratas en activo (Barack Obama, Bill Clinton, gobernadores, Pelosi, Clyburn, y patrocinadores de la campaña de Biden) cerraron filas y aseguraron que el debate fue una mala noche, que el presidente mantendrá la candidatura, que es el único demócrata que le ha ganado y puede volver a ganarle a Trump. Pero el ambiente sigue contaminado por el pasmo post debate.
De hecho, figuras centrales en los medios de centro-izquierda de EUA y algunos internacionales (New York Times, The Atlantic, MSNBC, The Financial Times, The Economist); gente de peso en el espacio liberal y cercanos a Biden (Tom Friedman) y segmentos del electorado demócrata (petición en change.org) le solicitan que se desista y abra paso a un relevo.
Reemplazar a Biden no sería fácil
Sí el presidente Joe Biden, no asume la responsabilidad de su reemplazó no hay procedimiento explícito y claro para relevar a un precandidato en la circunstancia de Biden, quien ya cuenta con el respaldo de 3,894 (98.9%) de los 3,937 delegados estatales que asistirán a la Convención Nacional Demócrata para formalizar, con su voto, la elección del candidato presidencial, entre el 19 y el 22 de agosto en Chicago.
Lo cierto es que, si Biden no se retirara por voluntad propia, las reglas nacionales del partido (regla 13 sobre la selección de delegados: “los delegados a la convención, que han prometido su voto a algún candidato, reflejarán tan bien como dicte su consciencia el sentimiento de quienes los eligieron”) permitirían que al menos algunos de sus delegados votaran por alguien más, aquellos a quienes las reglas estatales del partido no se los prohíben explícitamente.
¿Quién podría reemplazarlo?
Hay varios perfiles competentes desde la ótica de los medios estadounidenses, en donde en principio, la lógica del sistema político norteamericano sugiere que quien ocupa la vicepresidencia, Kamala Harris en este caso, es el liderazgo que releva al Presidente.
No obstante, sin carisma político ni fuerza propia, no es idónea y sería difícil para un partido que pregona inclusión descartar a la primer vicepresidenta mujer y negra, pero debiera hacerlo. Además de ella, en la banca hay al menos otros cinco o seis perfiles: el gobernador de California, Gavin Newsom y el de Illinois, J.B. Pritzker, ambos con aspiraciones y recursos suficientes para ir a una campaña nacional; la de Michigan, Gretchen Whitmer o el de Pennsylvania, Josh Shapiro; el secretario de Transporte, Peter Buttigieg, o la de Comercio, Gina Raimondo; los cuatro ampliamente conocidos y con arrastre en la base demócrata, aunque sin estructuras de financiamiento garantizadas. Michelle Obama ha insistido en que no está interesada, pero sería una apuesta portentosa.
De entrada, todo apuntaría a que Donald Trump será quizás, el próximo presidente de los Estados Unidos, con quién tendrá que lidiar la candidata electa Claudia Sheinbaum.