A 32 días de las elecciones presidenciales y con más 200 mil contagios en los Estados Unidos, aunado a las advertencias de la canciller alemana, Angela Merkel de que los peores momentos de la pandemia están por venir y el virus que contrajo el mandatario de la nación más poderosa del mundo de Covid-19, Donald Trump y su esposa Melania, puso en jaque a inversionistas y asesores de la Casa Blanca.
Ernesto Madrid
Y no es para menos, ya que de entrada los inversores, ya estaban nerviosos por las elecciones a la Casa Blanca de noviembre y, tienen ahora otra cosa de la que preocuparse: la salud del presidente estadounidense.
En paralelo, cuando el mandatario estadounidense se preparaba para el primer debate presidencial interactuó y viajó con una gran cantidad de importantes asesores en los días previos a que fuera diagnosticado con COVID-19, lo que aumenta el riesgo de un brote generalizado dentro de la Casa Blanca.
El círculo de contactos cercanos con el presidente infectado y su esposa, Melania, comienza con su asesora Hope Hicks quién viajó con Trump al debate presidencial el pasado martes y a las paradas de campaña en Minnesota al día siguiente.
Así es que la incertidumbre está latente ante la interrogante ¿qué pasaría si Trump no puede cumplir con sus funciones?
De entrada el diagnóstico positivo por COVID-19 de Donald Trump desencadenó una ola de venta de acciones y petróleo este viernes e hizo subir la demanda de oro y bonos, activos tradicionalmente considerados como refugio.
“El presidente de Estados Unidos tiene una enfermedad que mata a la gente. Y la gente está deshaciendo posiciones de riesgo por ese motivo”, dijo Chris Weston, jefe de análisis de Pepperstone en Melbourne.
Pero por otra parte, es posible que no solo el itinerario de la campaña de Trump se vea afectado. Las negociaciones sobre otra ronda de estímulo económico pueden complicarse y el proceso de confirmación de la nominada a la Corte Suprema, Amy Coney Barrett, podría verse retrasado.
Lo interesante del caso es que no quedó claro cuándo o cómo se infectó el presidente y cuántos otros ayudantes de la Casa Blanca se les pedirá que se pongan en cuarentena consecuencia del contacto con los Trump o Hicks. Se cree que el período de incubación típico del virus, o el tiempo entre la exposición y la aparición de los síntomas, es de dos a cinco días.
Es posible, si no probable, que el presidente estuviera infectado antes del miércoles, cuando Hicks comenzó a mostrar síntomas de la enfermedad.
De entrada Ronny Jackson, exmédico del mandatario, declaró este viernes a Fox News que la prueba positiva "afectaría a todos los que han estado cerca del presidente", y eso basta para que quizás tengan que aislarse. "Se está realizando un seguimiento y se harán las notificaciones y recomendaciones apropiadas", informó el portavoz de la Casa Blanca, Judd Deere, en un comunicado.
En contraste, la dirección que tomarán los inversores a partir de aquí depende, en gran medida, de cómo haga frente el presidente de Estados Unidos a una enfermedad que ha matado a más de un millón de personas en todo el mundo.
“Esta es una nueva incertidumbre en un mundo que ya está confundido, que no es el mejor”, dijo Chris Bailey, un estratega europeo de Raymond James.
Pero si el presidente de 74 años presenta síntomas graves y tiene que ser hospitalizado, como lo fue el primer ministro británico Boris Johnson a principios de año, o si el virus se propaga a otros miembros de su administración, los inversores se alarmarán.
“Lo que más me preocupa es el interrogante sobre la legitimidad del proceso electoral“, dijo David Arnaud, gestor de un fondo de renta fija de Canada Life Asset Management, sobre el diagnóstico de Trump.
Lo cierto es que de entrada, y de acuerdo a como se pongan las cosas, la Enmienda 25 de la Constitución norteamericana detalla los procedimientos bajo los cuales el gobernante puede declararse “incapaz de cumplir con los poderes y deberes” de la presidencia.
En dicho caso Trump, a pesar de no estar de acuerdo, tendría que transferir un aviso escrito al presidente del senado el republicano Chuck Grassley de Iowa y la presidenta de la Cámara de Representantes, la controvertida demócrata por California Nancy Pelosi.
De esta manera Mike Pence, actual vicepresidente de los Estados Unidos se desempeñaría en su cargo hasta que Trump transmitiera “una declaración escrita en sentido contrario”.
Para que esto suceda, también el vicepresidente y la mayoría del gabinete u otro organismo establecido por ley pueden declarar al presidente incapaz de cumplir con los poderes y deberes de su cargo y Pence entraría al relevó de manera interina hasta que Trump decida lo contrario.
Sin duda, ahora la incertidumbre se acrecienta.