Después de más de un año de fricciones económicas y comerciales entre Estados Unidos y China, la luz no parece asomar al final del túnel a corto plazo.
Tras el aumento de los aranceles del 10 % al 25 % por un valor de 200 000 millones de dólares a las exportaciones chinas, el presidente estadounidense Donald Trump anunció un nuevo incremento tributario, esta vez aludiendo lo pausado del ritmo en las negociaciones.
Lo cierto es que el gobernante ha esgrimido una serie de frases que sustentan su accionar y los medios internacionales no han tardado en restarles mérito. Así, el The New York Times en Español en un artículo titulado “¿Cómo va la guerra comercial?” del 6 de marzo de este año, toma por ejemplo que“las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar” y el que “soy un hombre de aranceles”, aunadas a la promesa de que los extranjeros pagarán los tributos impuestos.
El texto cita un ensayo académico del 2 de marzo de economistas de Columbia, Princeton y la Reserva Federal de Nueva York “El impacto de la guerra comercial de 2018 en los precios y el bienestar estadounidenses”. “Conclusión: en una primera aproximación, los extranjeros no pagaron la cuenta en absoluto, las empresas estadounidenses y los consumidores la pagaron en su totalidad y todas las pérdidas para los consumidores estadounidenses excedieron las ganancias de los nuevos aranceles, de tal modo que los aranceles, en términos generales, empobrecieron a Estados Unidos”.
Los conflictos no son beneficiosos y son las partes involucradas las que terminan padeciendo las repercusiones. Aunque, en esta batalla específica muchos se muestran en contra de la potencia americana e inclinan la balanza al saber esperar chino.
En un artículo publicado en El PAÍS el 16 de mayo de 2019, “China versus EEUU”, José Carlos Díez asegura que el presidente chino, Xi Jinping, no tiene prisa, que sabe que la reelección de Trump está en juego, que la recesión está cerca y que el pueblo estadounidense no la espera, que si las tasas de interés bajan, el país no podrá financiar su cuantiosa deuda pública y que la burbuja pasa por el sector tecnológico, la cual impondrá un estancamiento en la innovación a 5 años vista.
Por su parte, otro análisis de Alicia González en el mismo portal del 21 de mayo apuntó que si la amenaza de subir los aranceles de todos sus intercambios económicos se materializa, “los consumidores estadounidenses —cuyo gasto representa un tercio del PIB del país— acabarían pagando 140.000 millones de dólares más ante el encarecimiento de los productos, según cálculos de Bank of America, lo que se come prácticamente la bajada de impuestos aprobada por el Gobierno el año pasado. Un riesgo para quien busca su reelección el año que viene”.
Fuera de las repercusiones “boomerang” para Washington existe otra intención para los pasos tomados y es la contienda electoral en 2020 donde la presión por cumplir promesas populistas de campaña entrará en juego.
El profesor de Política Exterior de EEUU en la Escuela Diplomática de España, Gustavo Palomares, se refirió a esta arista en un texto publicado por el portal eldiario.es el 20 de mayo del presente. El docente sostuvo: "No conviene olvidar que el año que viene hay elecciones presidenciales. Trump prometió el 'America first' y gran parte del electorado que votó a Trump pide pruebas prácticas de que ese 'America First' se lleva hasta el final con todas las consecuencias. Por tanto, también hay un interés electoral”.
La inclusión de Huawei en la lista de entidades prohibidas por el Gobierno estadounidense lleva la fricción al campo digital, un sector clave hoy en día. Ya lo dijo hace un mes Trump: "La carrera por la 5G es una carrera que EEUU tiene que ganar" y esa parece ser la postura reinante en la Casa Blanca cueste lo que cueste.
“Cuando le ha interesado el libre comercio, EEUU ha utilizado a terceros poniéndoles en una posición de presión y ahora da una vuelta atrás y se coloca en la situación de proteccionismo", agregó Palomares en el mismo informe, una muestra más del doble discurso estadounidense cuando las circunstancias así lo ameritan. Sin embargo, la retórica beligerante de la que se sirve su mandatario hoy para proteger según él los intereses estadounidenses podría resultar en fracaso.
De esta manera lo resumió allá por el 25 de septiembre de 2018, Anatole Kaletsky en una opinión publicada en el sitio elEconomista.es: “La técnica retórica de Trump, sorprendentemente exitosa, de "empezar gritando y terminar mostrando bandera blanca" ayuda a explicar la coherente incoherencia de su política exterior. Es probable que la guerra comercial entre Estados Unidos y China ofrezca el próximo ejemplo”.