Los equipos de rescate elevaron hoy a once el número de víctimas mortales como consecuencia del derrumbe de dos edificios en una favela de Río de Janeiro el viernes pasado, mientras que trece personas siguen desaparecidas entre los escombros.
El Cuerpo de Bomberos informó que este lunes encontró el cuerpo de una mujer de 31 años entre los escombros de ambos edificios, de seis plantas cada uno, y situados en la favela de Muzema, en la zona oeste de Río de Janeiro.
Otras cuatro personas siguen hospitalizadas, dos de ellas en estado de gravedad. La Alcaldía de Río de Janeiro embargó trece edificios próximos a los dos que cayeron y desalojó a todos sus habitantes. Las autoridades sólo permiten que los residentes en estos edificios entren durante unos minutos para retirar sus pertenencias.
Más de 100 bomberos y 30 ingenieros militares participan ininterrumpidamente desde el viernes en las tareas de rescate de las víctimas, con la ayuda de perros adiestrados y helicópteros.
Según el Ejército, el riesgo constante de nuevos derrumbes limita el uso de máquinas pesadas en las tareas de rescate. El coordinador de la operación de salvamento, el coronel de los Bomberos Luciano Sarmento, aseguró que hay esperanza de encontrar sobrevivientes porque cuando hay un derrumbe de edificios, quedan ambientes abiertos en el interior de los escombros, lo que permite que las víctimas puedan respirar, al contrario de los derrumbes de tierra.
La comunidad de Muzema fue una de las más afectadas por el fuerte temporal de lluvia y viento que hubo en Río de Janeiro el lunes y el martes de la semana pasada y que dejó diez víctimas mortales. Los dos edificios derrumbados se encuentran en una de las zonas más elevadas de la favela, continuas al bosque.
Muzema está controlada por la milicia, grupos paramilitares que actúan como la mafia en la mayoría de barrios de la zona oeste de Río de Janeiro. Se calcula que en la misma favela hay cerca de 60 edificios construidos por las milicias, que en el ramo de la construcción y venta de este tipo de edificaciones, que no cuentan con los permisos oficiales y tienen un precio de compra y alquiler muy por debajo del resto.
El ayuntamiento de Río de Janeiro aseguró que el hecho de ser un barrio controlado por la milicia dificulta que los fiscales puedan supervisar las obras e impedirlas.