Shally Ruiz escribió su primera obra de teatro a los 11 años. Era la historia de cuatro amigas que se extravían en una casa embrujada. La producción incluía luces y sonido. Desde entonces confía en la fuerza de la escena para transmitir ideas, emociones, debate, intensidades.
Ya a los 12 años se preocupó por “la falta de ciudadanía y tejido social” en su entorno y a la edad de 16 creó la compañía de teatro Ciudanarte con apoyo de amigas y amigos del bachillerato de la Universidad Descartes, bajo el sistema CCH-UNAM y con sede en Tuxtla Gutiérrez.
A propósito del Día Mundial del Teatro, que se conmemora este 27 de marzo, la joven creadora comenta en entrevista que la compañía se propuso “hacer un diagnóstico de las problemáticas que sufre nuestra sociedad, construyendo alternativas para, a través del teatro, sensibilizar a más personas”.
Ciudanarte debutó el 6 de mayo de 2015 con una obra escrita por Shally. Los testigos fueron los alumnos de la secundaria Adolfo López Mateos de Tuxtla Gutiérrez. La pieza La corrupción también eres tú buscaba sensibilizar en torno a la complicidad ciudadana frente a actos corruptos, además de acusar que en el ámbito educativo también se reproducen lógicas de la corrupción, algo que “podríamos evitar favoreciendo una sociedad diferente”.
Esta agrupación ha presentado, además, Oicnelis (Silencio), La vida es un sueño, El farol y Girasol. Desde 2016, Shally se integró a otra compañía de teatro, La Nube Roja, con quien ya ha salido de gira tres veces.
Con La Nube Roja montaron El vuelo de las mariposas, teatro guiñol, y Los niños de la lluvia, ambas en 2017, con funciones en Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de las Casas y Chiapa de Corzo.
Incursionar tan joven en el mundo del teatro le ha ganado a Shally algunas discriminaciones. Acusa que ha sido reducida a prejuicios por una oposición imaginaria entre el adulto institucional y el joven creador. Se piensa, dice, que los jóvenes carecen de seriedad y, por ende, de profesionalismo.
También lamenta el estigma de que a las artes les falta objetividad para ejercer discursos como la crítica y la observación, y hay quienes asumen que el arte es en los jóvenes sólo libertinaje sin enfoque social.
Pero Shally no se desanima y busca renovarse. “Actualmente estoy inclinando mis acciones al protagonismo infantil, impulsando el teatro desde la niñez”.
Los espacios para estudiar teatro de manera profesional en Chiapas siguen en espera de ser creados, advierte. Los jóvenes interesados, sin embargo, pueden acercarse a las compañías y a los centros culturales, pero faltan estudios universitarios.
Quizás el siguiente proyecto de Shally sea la conformación de licenciaturas en teatro en su entidad. “Considero alarmante que, siendo un estado con tanto talento, aún no contemos con universidades que ofrezcan la licenciatura en teatro”, dice.
La también actriz asegura que el teatro por esencia es un discurso político. “La sociedad chiapaneca tiene una inmensa riqueza tanto cultural como natural, pero los derechos de sus ciudadanos y ciudadanas se han visto y siguen viéndose vulnerados, por ello la importancia de actuar alternativas y transmitir esperanza motivadora para la participación”.