EL PRESIDENTE XI JINPING SE MANIFIESTA A FAVOR DE LA INCLUSIVIDAD, LA CONSTRUCCIÓN COMERCIAL Y LA COOPERACIÓN DESDE LA IGUALDAD, DURANTE LA INAUGURACIÓN DEL FORO DE COOPERACIÓN CHINA-ÁFRICA
Por Indira Iasel Sánchez Bernal*
En la década de los años 1990 se hablaba de la estructuración de un nuevo orden mundial, en el cual el neoliberalismo se convertía en la marca de la dinámica comercial y el Consenso de Washington era el recetario predilecto de los economistas de la época. En aquél entonces, Estados Unidos apadrinaba el binomio economía y política liberal, lo cual supuestamente habría de aportar resultados encaminados a procesos de “paz democrática” bajo el manto de la economía neoliberal. Desde entonces, muchos fenómenos han sucedido en el sistema internacional: la caída de la Unión Soviética, la movilidad de países en desarrollo a un estadio más avanzado de desarrollo, la decadencia de la modernidad, el fin del unilateralismo, el ascenso e inserción del continente africano en el sistema internacional; la vulnerabilidad de la economía neoliberal, y el regreso de China y de Rusia como potencias mundiales.
Estados Unidos está dejando de ser la potencia mundial y algunos intelectuales como Emmanuel Todd piensan que el poderío estadounidense será reemplazado por el poder asiático, representado por China; sin embargo, China no es un país que ha estado exento de críticas, especialmente, porque el gobierno del Presidente Xi Jinping, tiene el claro interés de reactivar la vieja ruta de la seda como parte de su política exterior, último fin que para muchos gobiernos no es más que un interés geopolítico de alcance mundial.
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Desde que China entró a la Organización Mundial del Comercio ha tenido una estrategia comercial muy clara y ha firmado varios acuerdos de libre comercio, tanto bilaterales como multilaterales y poco a poco se ha inscrito en zonas como Asia del Este, Asia Central, Asia Sudoccidental, América Latina y por supuesto el Continente africano.
Ciertamente, África ha sido un continente castigado económicamente, porque en términos de comercio se observa cómo la estructura exportadora está fuertemente concentrada en recursos naturales, en donde la presencia de la inversión extranjera directa, en la mayoría de los casos no está produciendo derrames positivos sobre el desarrollo de los países y en general, donde los niveles de pobreza siguen siendo inaceptables. Por ello, los modelos de cooperación y de desarrollo al estilo europeo, no pueden repetirse.
Hoy fue inaugurado el Foro de Cooperación China-África y es pertinente mencionar que parte de los objetivos expuestos en el discurso inaugural del Presidente Xi Jinping abordaron conceptos como la inclusividad, la construcción comercial y la cooperación desde la igualdad; sin duda un discurso que intenta defenderse de las duras críticas arriba mencionadas. China es el principal socio comercial de África, con una balanza de 170.000 millones de dólares, pero ello no debe convertirse en mecanismos de domino y de poder.
Hay un proceso económico que está cambiando en África y este continente debe superar los egoísmos nacionales, coordinar proyectos industriales a nivel regional y continental, de tal forma que se evite la inserción desigual de potencias dominantes y por el contrario se promueva la cooperación constructiva y simétrica.
China y los países africanos tienen la oportunidad de relacionarse de una manera integral y la cooperación no es sinónimo de ayuda, sino de creación de proyectos conjuntos. Tal vez sea momento de generar nuevas oportunidades de vinculación bajo un esquema económico y político descolonizado.