Las #MalasPalabras de esta semana tienen que ver con la DEMAGOGIA, esa capacidad que tienen los políticos para embelesar al pueblo mediante el empleo de falsas promesas y halagos, con el fin de obtener un beneficio personal.
Por @MartaObeso
Durante el 2021 en México se registrará el proceso electoral más grande de nuestra historia, ya que se habrán de votar 20 mil cargos de elección popular. Esto ha despertado la AMBICIÓN política de miles de aspirantes, quienes ya se preparan para apelar a las emociones y sentimientos de un electorado escéptico y dañado por el mal manejo de la emergencia sanitaria por la que estamos pasando.
Así lo estamos viendo en los spots publicitarios dirigidos a los militantes políticos de cada partido y que, de paso, hacen señalamientos de las DEFICIENCIAS del gobierno de la Cuarta Transformación, al tiempo que aprovechan para proyectar la estrategia que habrán de emplear para conseguir ese poder político tan anhelado.
En esta ENCARNIZADA disputa, escucharemos todo tipo de discursos encaminados a despertar emociones, miedos y esperanza a un electorado IGNORANTE, APÁTICO y DESILUSIONADO por la ausencia de perfiles aptos para liderar una auténtica propuesta capaz de vislumbrar una solución real a la problemática social que se agudiza día a día.
Diversos estudios demuestran que nuestra afinidad ideológica tiene más que ver con nuestras emociones que con nuestra RAZÓN, prueba de ello es la implementación de principios de psicología social y neurociencias en las estrategias de campaña que en breve veremos operar.
Lo que es cierto es que la demagogia es tan vieja como el surgimiento de las civilizaciones; así lo sostuvo Aristóteles al señalar que cuando la Ley es SUBORDINADA al capricho de los pobres, se convierte en el mejor caldo de cultivo para la reproducción de los demagogos, sujetos con una labia ADULADORA e irresistible, magistralmente estructurada con el fin de lograr una empatía efímera, la que solo durará hasta el día de las elecciones.
Quizá haciendo un gran esfuerzo logremos rescatar algo de la responsabilidad ética que tenemos como ciudadanos, con el fin de prepararnos para enfrentar la saturación de propaganda polìtica que inundará los espacios de comunicación, y evitar ser MANIPULADOS para favorecer con nuestro voto a quien más nos halague.
Mantener una actitud crítica y razonable ante las propuestas de campaña que comenzaremos a escuchar, exige cuestionar cada una de las promesas y analizar la posibilidad de que éstas sean cumplidas. Entre más conmovedora sea la oferta, más habremos de DUDAR.
A partir de esta semana y hasta el próximo 2 de julio, ningún político es de fiar, por lo que habremos de exigir que dejen la demagogia de lado y se preparen para convertirse en líderes éticos y prácticos con los que sí se pueda avanzar a una democracia real.
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