La política es el arte de vender simultáneamente
el gozo de la estabilidad y la paranoia ante el caos.
Carlos Monsiváis
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Estimado lector, gracias. Los ataques sistemáticos que todos los días ejerce López Obrador contra la prensa se han convertido en su estrategia de defensa ante los cuestionamientos de sus acciones. Lo que era un excelente ejercicio de comunicación sin precedente en el mundo, la conferencia mañanera, se convirtió en un circo de tres pistas y cuando la pregunta sería llega, siempre salta uno de los paleros de Jesús Ramírez Cuevas, para apoyar al presidente haciéndole flaco favor.
Esta estrategia ha sido repetida por todos y cada uno de los defensores de Andrés Manuel López Obrador, no escuchan, se les terminan y caen en vértigos argumentativos, entonces tienen que recurrir a culpar a los del pasado -que claramente son responsables-, a estigmatizar a los medios de comunicación y periodistas, a nombrarlos “chayoteros” -que por supuesto existen-, a medir a todos con la misma vara que su patrón, el inquilino de Palacio Nacional, y después se suelta a las hordas de bots en las benditas redes sociales.
México es el país más violento para ejercer el periodismo y en ese contexto, el presidente sigue calentando los ánimos, no es nuevo lo ha hecho desde que fue jefe de gobierno en el 2000. Han sido varios los llamados para que detenga esa práctica. Por ejemplo, Artículo 19 le pidió que se abstenga de emitir “discursos estigmatizantes” en contra de la prensa, luego de que dijera que en el país no existe un periodismo profesional e independiente, entre otros calificativos.
Pero lo más aberrante son las declaraciones de uno de sus fans y que ha sido beneficiado directo por la 4T, el académico John Ackerman, amado por los extremistas que habitan la máxima casa de estudios, conductor de televisión y esposo de la secretaria de la Función Pública a quienes recientemente Carlos Loret de Mola los exhibió en un reportaje con diferentes propiedades millonarias que no cuestan cinco pesos y que obviamente no van con el estilo modesto que quiere López Obrador.
El asunto pasa por viejas rencillas entre el presidente y el reportero, un pleito que compró Ackerman y que poco a poco lo han tensado, cada quien tendrá su opinión del trabajo de Loret, pero Ackerman mostró el rostro intolerante que esconde detrás de la academia. La semana pasada publicó en Twitter un video de una cámara de seguridad en el que se observa el ataque Omar García Harfuch, acompañado del texto: "Los sicarios del narco son la contracara del sicariato mediático. Buscan desestabilizar a toda costa".
Desde la aparición del reportaje en la plataforma de Loret, solamente se han dedicado a pegarle al periodista y su equipo, pero no han mostrado los documentos necesarios para terminar con posibles especulaciones. Es cierto, quizás la ley no se los requiera, pero si deberían pregonar con el ejemplo que tanto pregona López de transparencia, para que sigan teniendo la superioridad moral que tanto presumen.
Con esos desplantes, John Ackerman, abona para que siga fértil el suelo de la división y estigmatización en contra de los periodistas. Por cierto, los asesinatos de periodistas continúan, la impunidad acompaña a cada caso de los caídos, de eso no habla el ideólogo de la 4T a pesar de ser parte del gremio, igual que Loret.
Pero está bien que unos y otros descubran su cara, como dice López es tiempo de definiciones, pero no solo existen dos bandos.
Entre Palabras
Bien por Muñoz Ledo al no irse de Morena, hoy más que nunca lo necesitan, pero les recetó una de esas frases que él sabe: “Hay diferentes Morenas: los serviles y los congruentes” y… ¿Díganle que no?
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Hasta la próxima.