El presidente, dicen, tienen características diferentes a sus antecesores pero sobre todo, argumentan sus defensores, quiere el bien del país y sus gobernados, sobre todo a la clase excluida y marginada o cansada de los robos a la nación, que no votaron por él (la mayoría) o que no están informados.
Por Ernesto Madrid
Lo cierto es que desde su proceso de transición de gobierno hasta la fecha, Andrés Manuel López Obrador muestra ser una persona que le interesa acabar con México, dinamitándolo y destruyendo todo aquello que no cumple o no se acerque a sus objetivos políticos y personales, resume Jean Meyer en su columna de este domingo, “Narciso Rey”.
“De manera muy natural, él llama a las emociones más arcaicas, al nombrar y denunciar enemigos colectivos, conservadores, fifís, porfirianos, neoliberales; digo ‘de manera muy natural’, porque él esta poseído por estas mismas emociones arcaicas que necesitan, buscan, encuentran al chivo expiatorio”, destaca el historiador francés llamado “intelectual orgánico”.
Es por ello que le pedimos a la psicoterapeuta Gabi de la Barra hacer el hacer el perfil psicológico de nuestro mandatario, como sello en su actuar en la vida pública .
Comienza diciendo que es una persona con trastorno de personalidad narcisista patológica o megalómano, lo cual, desde la perspectiva de la psicología, cumple con todas las características, por lo menos dicen los mismos especialistas, en un 70% el otro está relacionado con otro trastorno, el antisocial que, sin duda, encaja con el mandatario.
El trastorno de personalidad narcisista y/o antisocial, (unos de varios tipos de trastornos de la personalidad) es un trastorno mental en el cual las personas tienen un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración, relaciones conflictivas y una carencia de empatía por los demás.
En este contexto, la especialista cita algunas características:
- Sentimiento de superioridad ante los demás (todos se equivocan menos él)
- Auto proclamación de logros y talentos (la cuarta transformación)
-Egocéntrico (todo gira a su alrededor)
- Explota y se aprovecha de los demás para su beneficio (Chairos)
- Arrogante y de naturaleza agresiva (a veces muy sutil con apodos y chistes)
- Incapaz para empatizar con otras personas (solo con los que lo apoyan)
- Tiende a ser provocador (con descalificativos)
- Difícil de tratar e interactuar a nivel laboral y personal ( tiene que tener personas que solo piensen como él y que pueda dominar)
- Puede causar malestar significativo a los demás (desabasto de gasolina)
-Critica a los demás
- Insulta
- Cree que siempre tiene la razón y que los demás estamos equivocados (NAIM)
- Utiliza la ira y el abuso verbal para asustar a sus competidores (actitud desafiante)
- Hace todo lo necesario para ganar (promesas de campaña que no va a cumplir)
- Inflexible para reconocer otro tipo de realidad
- Ideas delirantes cómo creerse Dios o un profeta (el mesías)
- Ideas fijas difíciles de revocar (terquedad: el NAIM)
- Cree que tiene una capacidad mayor de la que realmente tiene (eso hizo que llegara a la presidencia)
- Delirio de grandeza: cree haber sido elegido para desarrollar una misión muy importante (La Cuarta Transformación)
-Relaciones inestables e intensas (el primer secretario de Hacienda Carlos Urzúa)
-Sentimientos de vacío continuos (gobierno por el pueblo y para el pueblo)
¿Les suena? Se pregunta y continúa.
Además de estas características, las personas narcisistas y antisocial pueden ser afectadas por el Trastorno de Personalidad Paranoica y apunta al respecto.
Una persona paranoica tiene un patrón de desconfianza y recelo hacia los demás en forma prolongada.
Sus síntomas son:
- Alto grado de desconfianza (no confía ni en su gabinete)
- Le preocupa que los demás tengan motivos ocultos (dividiendo a los buenos de los malos)
- Creencia de que puede ser explotado, usado o lastimado por otros (fifis, neoliberales, etc.) y por eso divide (los ricos y los pobres)
- Incapacidad para trabajar en equipo
- Hostilidad con el entorno (quien no piensa cómo él, es su adversario)
- Constantes actitudes defensivas (observen su comunicación no verbal)
- Manía persecutoria ( contra sus adversarios)
- Puede llegar a ver indicios de una conspiración (sus famosos boicots)
- Incapacidad para la autocrítica (prensa fifí)
- Frialdad emocional (desempleo)
- No acepta razones diferentes a las suyas, aunque le demuestren lo contrario (NAIM vs Santa Lucía)
- Al sentir algún grado de frustración, atribuye a los demás sus tensiones ( todos tienen la culpa menos él)
- Se siente víctima de las acciones de otras personas o de instituciones (gobiernos anteriores)
- Cree que actúan en su contra con ánimo de perjudicarlo (fifis)
- Está totalmente seguro de sus creencias y no se le puede convencer con razonamientos lógicos ( pérdida millonaria por no hacer el NAIM)
Más allá de esto, dice, y coincide con la postura del historiador Jean Meyer, es autoritario y está resentido.
“Así ha logrado agrupar un gran número de partidarios que esperan todo de él, el justiciero que predica contra las élites, y para empezar, contra los “ricos”. Resentido o no –creo que sí, porque no deja de recordar que le robaron dos veces la presidencia- se apoya en el resentimiento”, resume Meyer.
Ahora, imagínense a un personaje así con el poder absoluto y sin contrapeso.