- Ahora dice que expulsara de ‘su’ partido a sus críticos como Dulce María Sauri y Labastida
No conforme con haber modificado los estatutos para perpetuarse al frente del PRI más como un negocio personal por los mil 200 millones anuales que recibirá en prerrogativas más 800 millones cada año electoral, ahora Alejandro Moreno ‘Alito’ amenaza con expulsar de ‘su partido’ entre otros, a Dulce María Sauri, Pedro Joaquín Coldwell y Francisco Labastida que lo llamó “Cucaracha, sinvergüenza y corrupto”.
Ernesto Madrid
Dice que son “una bola de cínicos que me han difamado y me han calumniado todos los días. Atacan a su dirigente y lastiman al PRI", y que incluso hay muchas solicitudes en los estados para que se presente ante la Comisión de Justicia partidaria la expulsión de todos ellos.
Habrá que preguntarle hasta dónde es cierto lo que sus críticos señalan ya que echando una mirada al pasado hay que recordar cuando en una entrevista le mencionó a Salvador García Soto que prácticamente “en las dirigencias estatales y en los comités de todo el país, todos son gentes mías, - ¿compradas? como se ha mencionado- primero me aseguré bien de eso, porque yo no voy a cometer el error que cometió Roberto Madrazo y por eso se lo chingaron”.
Es decir, que con ese aparato que logró para hacerse el PRI consiguió el control total y absoluto, para expulsar y depurar a todos los que no estén de acuerdo con su liderazgo y no muy lejos recordar aquel libro de Gabriel Zaid en 1995 “Adiós al PRI” quién prescindía de las visiones apocalípticas (un PRI que durara per secula seculorum) pero que está a punto de sucumbir.
¿Por qué?, quizás por lo que advertía Zaid que está ocurriendo el levantamiento popular, a través de quien podría ser su sucesor, Morena y, además, por el efecto paralizante que ejercían sobre la imaginación democrática: “y no estamos preparados para la transición”, un proceso dijo, “que está en marcha, de maneras aún poco visibles, sobre todo si no queremos verlas. Vamos hacia el fi n del PRI con los ojos cerrados, como temiendo que después del PRI, el diluvio”.
Y es precisamente lo que hoy está sucediendo, y a lo que habría que acotar lo que exhibe este lunes Raymundo Riva Palacios en Estrictamente Personal “El PRI [que conocimos] se pudrió”, el partido “se fue vaciando de ideología desde los 80 y de militantes en la segunda década de este siglo. Las decisiones cupulares de las reformas del presidente Enrique Peña Nieto fueron acompañadas por ambiciones personales y descuidos políticos”.
“Peña Nieto, por quedar bien con López Obrador. Moreno, que es hechura de un viejo priista, José Murat –cuyo hijo Alejandro, gobernador de Oaxaca, patéticamente se arrimó a pedir migajas a Morena el año pasado–, fue promovido por el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, quien lo llevó con el presidente a Palacio Nacional” y ahí negocio para la agenda legislativa de Morena.
“Velasco habló con Peña Nieto para decirle que López Obrador quería a Moreno en la dirigencia del partido. Con la incidencia que mantenía en el PRI desde Madrid, donde se autoexilió por sugerencia del Presidente, -y- traicionó a José Narro.
El PRI, como lo conocimos, está en extinción -y- al mismo tiempo, aquel PRI que fue hegemonía por casi siete décadas se encuentra en una rápida mutación hacia Morena, que, como sucedió en el nacimiento del PRD, que fue su placenta, se está fortaleciendo por priistas de todas las corrientes”, sentencia el columnista.
Pero tal como lo veía Zaid, y lo hizo López Obrador, inicio la mutación en la “política local como el ámbito más propicio para ese creciente electorado moderno. Los municipios y los gobiernos estatales eran el cauce más seguro (por ser relativamente menor su importancia dentro del sistema y, por ende, más débiles las resistencias a vencer) para que esas fuerzas reformadoras accedieran, poco a poco, al poder. La democracia tendría que empezar desde la periferia” así empezó con la eterna campaña del hoy presidente, que llego a las causas y acabo con la hegemonía priista para pasar a ser lo que ahora será Morena.