Reza el dicho popular que los tiempos de crisis deberían sacar lo mejor de nosotros. Tal y como Galeano lo visualizara en su libro “El mundo patas arriba”, en la UAM todo es a la inversa: a 33 días de huelga, la crisis en la que nos encontramos ha puesto de relieve un conjunto de rasgos que al menos por sentido común debiéramos trabajar para minimizar hasta su erradicación, al menos como un ejercicio de coherencia.
La opacidad: Cuando Eduardo Abel Peñalosa Castro fue designado Rector General de la UAM declaró “es nuestro deber que la Universidad sea una casa de cristal”. A la luz de los días ha resultado ser todo menos que eso: persisten las dudas sobre sus ingresos reales, y ha privado la ambigüedad en su equipo para clarificar aspectos que debieran manejar a la perfección. Ejemplo de ello es la confusión constante entre ingresos netos y brutos de lo que se ha llamado “la burocracia dorada”. Posiblemente nunca como ahora la Unidad de Transparencia de la UAM ha tenido trabajo suficiente para demostrar a cabalidad su razón de ser: ha sido a partir de ella y no del Rector General (quien incluso se ha reservado información solicitada por esta vía) o de su equipo como muchos sectores de la comunidad han tenido acceso a documentos, datos y cifras que de otra manera no hubieran sido revelados.
La incapacidad: El Rector y su equipo de trabajo han sido incapaces ya no de resolver una huelga que pudo evitarse (tal y como había sucedido en los últimos 11 años) sino mínimamente de avanzar en su levantamiento. Suponer que la misma estrategia que derivó en el estallido de la huelga, funcionará para resolver las problemáticas de origen es por decir lo menos, mal intencionado. La comunidad no vislumbra una salida pronta en tanto no se perciben elementos reales que pudieran ser insumos para una negociación y no un intercambio de justificaciones, señalamientos y precisiones a los mismos. También ha sido incapaz de nombrar a un titular de la defensoría de derechos universitarios.
La insensibilidad: El Rector Peñalosa no sólo se ha mostrado ausente en la crisis institucional que una huelga implica, si no que ha dedicado una buena cantidad del poco tiempo que ha aparecido en medios a minimizar las causas del estallamiento de huelga. En un país en donde las desigualdades sociales y económicas han tenido serias consecuencias, la negativa primero y evasiva después a la exigencia de reducir su sueldo en correspondencia a un mandato no sólo histórico y social, sino constitucional dejan muy mal parada a la institución. Peor aún: en contraste redujo a la mitad el tiempo de contratación y por tanto de salario de uno de los sectores más vulnerables: los profesores temporales o curriculares. Un Rector que en tiempos difíciles no llama a su comunidad a la unidad si no a la confrontación, la descalificación y que ignora las difíciles condiciones económicas de un buen número de trabajadores, es absolutamente insensible.
Los esfuerzos mal encausados: las universidades son espacios de discusión y de diferencias y uno de sus objetivos es formar mejores ciudadanos. Particularmente la UAM fue creada con el fin de dar resolución a las grandes problemáticas nacionales y la desigualdad es una de ellas. Si en vez de justificar su elevado sueldo y dar respuestas evasivas aludiendo a los órganos colegiados y no a la ética y las condiciones sociales de nuestro país, dedicara esfuerzos a entender a una comunidad tan diversa y compleja como es la de la UAM, con sus distintas corrientes de pensamiento, con la diversidad de un sindicato mixto (único en su tipo, al menos en América) otro panorama tendríamos. En cambio el equipo de la rectoría concentra sus esfuerzos en dar declaraciones a los medios de comunicación, en promover la desinformación y la opacidad, a enviar a funcionarios a marchas en donde priva el desconocimiento de la complejidad de la situación, y aparentemente a promover encuestas contra la huelga a través de bases de datos de correos institucionales, cuidadosamente organizadas por departamentos académicos: en suma a confrontar a la Comunidad Universitaria. Si la mitad de los recursos invertidos en lo anterior, fueran vertidos en las propuestas de negociación, otro sería el escenario.
La impunidad: El Secretario General, José Antonio de los Reyes advirtió recientemente sobre el peligro de la intervención de órganos superiores en la Autonomía Universitaria. No se puede discordar con ese dicho. Sin embargo en la designación del Rector de la Unidad Azcapotzalco mandató la intervención de un órgano colegiado por sobre otro promoviendo con ello la invasión de competencias consagradas en la Legislación Universitaria sobre la base de la desconcentración funcional y administrativa. Como resultado fue designado un Rector de Unidad del que se tuvo conocimiento antes de su nombramiento sobre sus actividades, entre otras en el gobierno del Estado de Tabasco (de filiación priista). Roberto Gutiérrez renunció tres meses después en medio de fuertes cuestionamientos por su falta de probidad. A la fecha no se sabe de la aplicación de sanción alguna: al menos un llamado de atención o un deslinde de la Rectoría General o su equipo.
Famosas también fueron sus revelaciones públicas con respecto al número de aspirantes registrados para el proceso de designación de la Rectoría de la Unidad Azcapotzalco (la cual lleva aproximadamente año y medio sin rector) aun cuando esa información no era conocida por la comisión nombrada para tal efecto. Un mes antes el Rector Peñalosa supo la información exacta, antes que cualquier miembro de la comunidad y no pudo acreditar la obtención lícita de la misma (de acuerdo a la respuesta emitida por la Unidad de transparencia). Este hecho por si mismo debió motivar su separación del cargo. Aunado a ello a través del Abogado General, Rodrigo Serrano, ha negado su calidad de Servidor Público, por lo que de acuerdo a Serrano las normativas federales en lo que a rendición de cuentas respecta no aplican al Rector Peñalosa, aunque en sus declaraciones patrimoniales aparezca como Servidor Público.
Además de esto, recientemente se ha denunciado en redes sociales el trabajo irregular que desempeña su hermana Isabel Peñalosa en la Rectoría General, así como la promoción mediática por parte de su cuñado Jorge Octavio Ochoa, de notas periodísticas en contra de la huelga (recordemos que es un derecho constitucional) desde el portal para el que escribe. La familia Peñalosa Castro está presente en varias Unidades y en al menos dos sectores.
Independientemente de la postura personal que se tenga a propósito de la huelga del SITUAM, deben ser éstas algunas de las razones por las que hay grupos de profesores, alumnos y trabajadores administrativos pidiendo la destitución del Rector Peñalosa sea a través de los causes institucionales o por medio de las redes sociales. La UAM es una gran institución, y para mantener su grandeza es necesario corregir y trabajar arduamente a partir de la autocrítica y predicando con el ejemplo: las crisis deben sacar lo mejor de nosotros.