Como parte de los esfuerzos conjuntos entre la federación y los estados para apoyar el trabajo de creadores y agrupaciones comunitarias con proyectos participativos e incluyentes, la Secretaría de Cultura ha impulsado al teatro comunitario, donde habitantes de zonas consideradas de alta vulnerabilidad realizan procesos humanos que permitan la sana convivencia y en el cual logran desarrollar su creatividad y talento en las artes escénicas.
Un ejemplo de esto es Estampas Zapatistas, obra de teatro que surge tras el encuentro que hubo entre los fundadores la compañía Mulato Teatro A.C., la directora artística Marisol Castillo y el dramaturgo Jaime Chabaud, con el colectivo Vía Crucis Teatro Ticumán, que cada año representa una pastorela para su comunidad, ubicada en el municipio de Tlaltizapán, Morelos.
Las actividades han tenido un efecto positivo dentro de la comunidad, al empoderar a los participantes y a mejorar sus relaciones interpersonales, de tal forma que la percepción que tienen sobre sí mismos se ha transformado. Como ejemplo, la directora Marisol Castillo citó el caso de Marisol Zamora, una niña que entró al proyecto presentando problemas de aprendizaje y concentración, pero que, tras varios meses de estar involucrada en la obra, es más abierta y expresa mejor lo que sucede en su entorno.
Además de Marisol, Estampas Zapatistas ha tenido un impacto positivo en la vida de otros miembros del elenco. Tal es el caso Isidro Cuevas Romero, mejor conocido como “Pikas”, quien es albañil de oficio e interpreta a Emiliano Zapata en siete de las 11 historias que conforman la puesta en escena. Se unió al proyecto cuando el colectivo Viacrucis Teatro Ticumán lo invitó a participar interpretando a un personaje secundario: “nadie lo quería porque usaba falda, pensaron en mí porque ya había interpretado a un diablo gay en una pastorela y en un carnaval me vestí de mujer para ser maestro de ceremonias”, dijo en entrevista.
Originalmente, el actor y bailarín profesional Ariel López Padilla sería el encargado de darle vida al general Zapata, pero por razones personales tuvo que abandonar el proyecto. “Pikas” relató que obtuvo el papel del Caudillo del Sur tras realizar una prueba para Jaime Chabaud y Marisol Castillo: “Les gustó cómo lo hice y me preguntaron si quería dejarme crecer el bigote (como el de Zapata) o si me ponían uno falso”.
Para el “Pikas”, interpretar al general Zapata es un honor y un placer porque ahora su comunidad y más personas lo reconocen. “Ya casi nadie me dice por mi nombre, solo me llaman Zapata y todos los días recibo solicitudes de amistad en Facebook de gente que ni conozco”. Agregó que pertenecer al grupo teatral comunitario le ha permitido convivir más con niños y jóvenes, con quienes antes no pasaba mucho tiempo.
Otro caso es el de Odett Dayana Sánchez de 12 años quien interpreta a Domitila, una niña que pierde a sus padres durante la Revolución. Para ella, ser parte de Estampas Zapatistas le permite expresar sus sentimientos a través de los movimientos de cuerpo y el canto. Precisó que la obra le permitió conocer parte de su historia: “a mí lo que me gusta es lo antiguo y que me cuenten anécdotas, a mí me apasiona el teatro y más si trata del pasado”.
Cabe señalar que ella forma parte del número musical con el que abre la puesta en escena, la directora Marisol Castillo reconoció que Odette posee un gran potencial para cantar y es por eso que han trabajado arduamente para desarrollar sus habilidades interpretativas.
El estreno de esta obra comunitaria se llevó a cabo pasado viernes 12 de julio, en el Centro Cultural Jardín Borda de Cuernavaca, Morelos. Ahí, el autor y productor, Jaime Chabaud, declaró que muchos de los actores “tuvieron que pedir permiso para salir temprano de sus trabajos y estar aquí a tiempo”. Horas antes de la presentación, los intérpretes —no profesionales, pero muy apasionados del teatro— ensayaron sus diálogos en el escenario y se notó que querían estar ahí, recitaban sus líneas con una sonrisa en su rostro.
La obra, que versa sobre el general Emiliano Zapata, está conformada por 11 historias o “estampas” —nombradas así por Chabaud—, cada una independiente a la otra, pero que muestran un panorama general de la vida del Caudillo del Sur y de la Revolución. Destacan Juvencio Robles, Matador de Mujeres, número musical que habla sobre un general enemigo de los zapatistas, y No estoy muerto, andaba de parranda, donde el elenco rememora los ideales revolucionarios y resalta la importancia de retomarlos en el tiempo actual, también cantan el Himno Nacional en náhuatl, lengua indígena que Emiliano Zapata hablaba.
Gracias al apoyo del programa nacional Alas y Raíces de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, Estampas Zapatistas se mostrará, durante la segunda mitad de 2019, en distintos municipios de Morelos como Anenecuilco, Yautepec, Temimilcingo, entre otros.
Las razones por la que se decidió realizar un montaje sobre la vida de Emiliano Zapata fueron porque en Taltizapán se encuentra el que fue su cuartel general y que este año se conmemora su centenario luctuoso. Muchos de los habitantes de la demarcación son descendientes de gente que luchó bajo las órdenes del caudillo. Jaime Chabaud también afirmó que su obra busca rescatar la memoria histórica de la región, porque mucho de lo que se muestra en ella surgió a partir de las anécdotas que la gente de Ticumán le contó.
Estas acciones de Alas y Raíces se enmarcan en el programa de trabajo de la Secretaría de Cultura para fortalecer las prácticas comunitarias y la redistribución de la riqueza cultural de México.