Todos hemos padecido alguna vez la limpieza de una puerta o pared de cristal
Por: Por Nayely De Jesús
Superficies que, por su condición impoluta, engañan al ojo humano dando apariencia de no existir límites físicos entre nuestro objetivo y nuestra ubicación. Así se explica el techo de cristal, una fina capa invisible que permite a todos por igual ver objetivos comunes, pero que sólo atraviesan los hombres y funciona como barrera infranqueable para las mujeres.
En política, este techo de cristal se ha elevado paulatinamente, desde las primeras mujeres que lograron ganar en las urnas posiciones como diputadas y regidoras en 1923, hasta la actualidad, donde las mujeres ya ocupan cargos de elección popular a nivel gobierno estatal, senado y cámara de diputados, y otros cargos que hace algunos años hubieran sido impensables, como secretarías de Estado y ministras en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Estos no son logro menores y, sin duda, la presencia de mujeres en la política es una victoria de años. Sin embargo, aún falta camino por recorrer, pues estos resultados son artificiales. Son artificiales, porque muchos de esos cargos han sido asignados a mujeres porque la paridad de género lo exige, pero no porque quienes dirigen las cupulas partidistas sean grandes visionarios y defensores.
Para muestra de ello se deben observar la cantidad de mujeres que presiden las comisiones en el poder legislativo, o que ocupan altos cargos de poder al interior de los partidos políticos. Para simplificarlo, observemos en los últimos 20 años la cantidad de mujeres que han ocupado el cargo de presidencia de algún partido político en comparación con los hombres.
¿Se necesitará crear la igualdad de oportunidades artificialmente como con la paridad de género? ¿de verdad no existen mujeres capaces al interior de los congresos o partidos? Es una realidad que el techo de cristal ha permitido que las mujeres escalemos cada vez más alto, pero pareciera que sólo se fragmentó el cristal para crear techos abovedados, que permiten a las mujeres subir un poco y que desde el exterior se vean al mismo nivel que los hombres, pero que en la realidad se encuentran confinadas, cubiertas por esa campana de cristal que nos les permite realizar las mismas actividades aún estando en los mismos espacios de poder.
Estas son nuevas modalidades de violencia política de género. Actos de simulación en donde se nos permite crecer pero no desarrollarnos. Somos como plantas a las que se les permite aumentar su altura, pero no extender sus ramas. Esta es la visión interna del fenómeno. Así se rompió el techo de cristal al interior de los espacios políticos, simulando que se abrían los espacios para las mujeres, pero ¿y al exterior? La sociedad sigue siendo la más grande de las opresoras hacia las mujeres.
Por ejemplo, me he encontrado con personas que aseguran que México aún no esta listo para que gane la presidencia de la república una mujer. Lo más triste es que no solo a hombres los he oído decirlo. Muchas veces son mujeres quienes expresan esa desilusión ¿de verdad es México quien no está listo para tener una mujer presidente? Sigamos avanzando a paso firme, añadiendo aliados a cada paso y demostrando que las mujeres podemos lo mismo y hasta más.
Pero más importante aún, evitemos que la participación política de la mujer sea una simulación o un resultado artificial. Promovamos la igualdad y equidad de género y eduquemos a todas y todos respecto a la importancia de esa igualdad de oportunidades. “Me despido enviándoles un cordial saludo y dejando la pluma en el tintero, porque estas líneas seguirán surcando la superficie digital.