Inédito o insólito, pero no insospechado es lo que sucedió el miércoles 6 de enero en Washington, D.C., cuando hordas trumpistas tomaron el Capitolio para tratar de evitar la certificación de la victoria de Joe Biden en la elección presidencial. No puede ser insospechado porque el aún presidente de esa nación Donald Trump, ha hecho todo para no reconocer su derrota ente el entonces candidato demócrata, y el día de ayer no fue la excepción cuando desde la Casa Blanca prácticamente azuzó a sus seguidores a evitar la referida certificación y desde una carpa vio en la televisión las acciones realizadas en contra de la democracia estadounidense.
Por: Isaías Guache
Es lamentable apreciar que los pueblos no aprenden de la Historia, cuántas ocasiones en los últimos 100 años un selecto grupo de fascistas, populistas o demagogos han advertido a los ciudadanos de sus países, lo que son capaces de hacer para alcanzar el poder o entronizarse en el mismo, y nadie es capaz de acotarlos o contenerlos antes de que lesionen la vida de esas propias naciones.
Cuando estaba viendo las lamentables escenas de la toma del Capitolio por los trumpistas, inmediatamente vino a mi memoria Adolfo Hitler, que cuando estuvo en prisión escribió su libro Mi lucha, donde señaló muy claramente cuáles eran los motivos que lo impulsaban a participar en la lucha político – social alemana, y a pesar de que lo anunció con gran antelación, nadie se ocupó de tratar de evitar que eso sucediera. Lo mismo había venido sucediendo con Trump, desde mucho antes de la jornada electoral del pasado 3 de noviembre, siempre se manifestó en el sentido de que no reconocería su posible derrota y creó todo un escenario postelectoral para debilitar el triunfo de Biden al costo que fuera.
Nadie puede llamarse a sorprendido, en especial, los republicanos que han visto como éste a quien eufemísticamente llamaron un outsider, prácticamente les ha secuestrado el espacio político y hoy la mayoría de la base de ese partido es más trumpista que republicana.
Quien piense que con la toma de protesta de Biden que se realizará el próximo 20 de enero las aguas regresarán a su cauce, no ha comprendido los alcances de un hombre que es prototipo del populista más peligroso de los últimos años en el mundo y eso es mucho decir.
Las lecciones que nos está brindando está triste situación de la democracia que por mucho tiempo se ha autonombrado ejemplar, son más que aleccionadoras y debemos reconocerlas en su justa dimensión. La democracia no es asunto que sólo les competa a los políticos, es un tema que debe ser analizado y abordado por la ciudadanía.
En una intervención en un programa de análisis político realizado hace algunas semanas, Jesús Silva – Herzog Márquez, bautizó a un puñado de gobernantes que se han distinguido por su peculiar accionar como la Internacional Populista, algunos de ellos, descalificaron en las primeras horas después de la toma del Capitolio, el actuar de los seguidores del presidente Donald Trump, otros no se pronunciaron y lastimosamente el presidente López Obrador que pertenece a ese grupo de gobernantes, al siguiente día de ese hecho tan deleznable, se preocupó más porque Facebook y Twitter le bloquearon sus cuentas en sendas redes sociales al todavía presidente norteamericano, aduciendo que se violentaba la libertad de expresión, en vez de recriminar las acciones de los seguidores de Trump, que vulneraron el marco democrático de esa nación.
Con esta actitud, el presidente mexicano está sentando un mal precedente y parece darle la razón a aquellos que dicen que lo mismo que hicieron los trumpistas en el Capitolio, será lo que los lópezobradoristas harán si llegan a perder la mayoría de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en la elección de junio próximo.
Esperemos que los mexicanos hayamos aprendido la lección de lo que sucedió ayer en los Estados Unidos, y saquemos claras conclusiones sobre lo que queremos de nuestra democracia, a la cual a pesar y al pasar de los años la seguimos señalando como incipiente.